Georgina Herrera, Yoya, tiene un pedigrí literario que vale un millón de MLCs.

Empecemos por lo más leve, para llamarle de alguna manera. A sus 16 ya Yoya escribía para periódicos y revistas de La Habana como El País y Diario de la Tarde, y en 1962 llegó a Radio Progreso, emisora en la cual trabajaría hasta, quien dice, el otro día. Como ella ha declarado en varias oportunidades, La Onda de la Alegría fue su casa por muchos años. Obras de su autoría también llegaron a la televisión.

Yoya siempre ha sido una cimarrona. Publicó su primera antología de poemas, GH. en 1962 con El Puente, grupo artístico-literario que, como sabemos, hizo arte al margen del oficialismo. Y les costó.

Yo soy la fugitiva
soy la que abrió las puertas
de la casa-vivienda y “cogió el monte”.
No hay trampas en las que caiga
Tiro piedras, rompo cabezas.
Oigo quejidos y maldiciones.
Río furiosamente
Y en las noches
bebo el agua de los curujeyes,
porque en ellos
puso la luna, para mí sola,
toda la gloria de su luz.

No existe antología poética que se haga en Cuba (o sobre Cuba) que se respete que no incluya alguna de sus textos. Su poesía, por demás, ha sido traducida a varios idiomas y se estudia en universidades en Inglaterra, Estados Unidos, Alemania y Canadá, que sepamos, y en algunas de ellas le han ofrecido homenajes.

Por escribir, hasta un guión de cine, el del filme Raíces de mi corazón, de la reconocida cineasta afrocubana Gloria Rolando. Un día en la vida de Mercedes, la protagonista, nos acerca a los sucesos de la matanza de los miembros del Partido de los Independientes de Color, hecho que tuvo lugar en el año 1912 y que cobró la vida de miles de hijos de Cuba.

Desde hace unos años Yoya insiste en reconocer la obra y vida de Haydée Arteaga “La Señora de los Cuentos”, al proponer que el cumpleaños de la célebre narradora oral sea designado como el “Día de las Negras Viejas de Antes”. En Alemania se publicó un calendario que contiene dicha aportación de Georgina Herrera, el 29 de abril, día en que naciera Artega, celebra a nuestras “viejas”.

En los velorios
o la hora en que el sueño era ese manto
que tapaba los ojos
ellas eran como libros fabulosos abiertos
en doradas páginas. 
Las negras viejas, picos
de misteriosos pájaros, 
contando
como en cantos lo que antes
había llegado a sus oídos, 
éramos, sin saberlo, dueñas
de toda la verdad oculta
en lo más profundo de la tierra. 

De premios y reconocimientos, ni hablar. Yoya posee lo más prestigiosos que en Cuba se otorgan, desde la Distinción por la Cultura Nacional, hasta Diva de la Radio y Micrófono de la radio. También otros de índole comunitaria o de círculo de profesionales como la Distinción Honorífica de la Cátedra Nelson Mandela del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas.

La pregunta que me hago, hace unos cuantos años, es ¿por qué a Yoya no se le ha otorgado el Premio Nacional de Literatura? Cada año llegada la fecha la ansiedad me colma, hasta que se publican los nombres de las personas premiadas y entonces me desinflo. No es que crea que no se lo merecen sino, sencillamente, considero que Yoya también y en algunos casos más que. Y consultando la lista, una vez más, confirmo que, decididamente Georgina hace mucho tiempo que merece ser parte de ella.

Cuarenta excepcionales figuras premiadas desde 1983 hasta la fecha. Cinco afrodescendientes. Once mujeres. Una afrocubana.

Quizás sea esto un ejemplo más de la lucha de cada día de las mujeres negras contra los variados rostros que asume el racismo en Cuba. Delante de la innegable obra de Georgina, la hipótesis más evidente que parece explicar esta falta de reconocimiento es el racismo epistémico, ese mismo que nos hace preguntarnos día a día: ¿quién puede tener visibilidad en las matrices de inteligibilidad que otorgan reconocimiento? ¿Qué cuerpos son elegibles para componer los paisajes de premios y condecoraciones? ¿O es que el “techo de cristal” es selectivamente racista, además de ser sexista?

Hasta La Ceiba
(tuya y de nadie más ya para siempre)
te va a llegar,
con rabia y desconsuelo
el llanto que no oculto,
mientras, quiero saber:
¿Qué rumbo tomará lo que pensamos?
Hasta ahora, damos
bandazos y nos dan planazos.
Así es la guerra.
Tal vez, de ti dependa, desde ahora
que se inviertan los hechos.
Tú puedes.

En este artículo se han usado, en ese orden, fragmentos de los poemas Elogio grande para mí misma, Oriki para las negras viejas de antes y Tato de Georgina Herrera.

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Written by

Sandra Heidl

(La Habana, 12 de septiembre de 1973). Psicóloga, activista, bloguera, editora de género e investigadora. Licenciada en Psicología, Universidad de La Habana, 1996. Diplomada en Género y Comunicación por el Instituto Internacional de Periodismo José Martí, 2005. Máster en Estudios de Género, Universidad de La Habana, 2008.