La fotografía se encuentra ligada a la historia de la “raza” negra. Como parte del discurso material de la modernidad de antaño, la imagen nos permite acercarnos a nuestros antepasados, que dejaron plasmado un instante de su existencia. Raza e imagen comparten hasta hoy un vínculo en común que nos cuenta tanto buena parte de la ideología del racismo, así como la lucha por la reivindicación de un grupo social estigmatizado y que hasta hoy clama por su reivindicación. Dos visiones centrales y contrapuestas se construyeron alrededor de la imagen fotográfica; ambas, discursos antagónicos que pugnaron dentro del imaginario social de la nación cubana. Sobre el cuerpo negro se diseñaron nociones de nacionalismos raciales, sin posibilidades de diálogos y negociaciones. Tales narrativas conviven dentro de la médula de nuestras carnes, puestas sobre etiquetas, imágenes y estereotipos, pero también en pos de la alternatividad del respeto y la dignificación. 

El negro imagi/en/ario de la nación

El racismo, como sistema de dominación, estableció eficazmente en Cuba la división de los grupos sociales por el color de la piel, consolidando sus estructuras de dominación y represión. A ese fin, se diseñaron sobre su cuerpo distintas denominaciones —esclavo, liberto, pobre, brujo, delincuente, inferior, inadaptado— y otros tantos calificativos. El control social construido refrendó la narrativa del miedo al negro, mecanismo eficaz que articuló actitudes como prejuicios y fobias. De esta manera, la imagen alimentó el pensamiento antinegro, que aseguró primero el camino de la explotación esclavista y más tarde su “categoría” ciudadana de segunda clase. La fotografía operó como instrumento del poder para articular la diferencia racial. La “producción de la raza” concibió una serie de íconos beneficiada desde finales del siglo XIX con el desarrollo tecnológico visual, consolidando el discurso de la investigación alrededor de la tipología racial (Gilroy, 2000: 35).

Parte de núcleo central del racismo se apoyó en presupuestos científicos y mediáticos. La ciencia aportó la materia prima teórica que “objetivamente” justificó el control y el estudio del cuerpo del “otro”; los medios difundieron un lenguaje determinado para las audiencias lectoras que conformaron estados de opinión según la agenda y temáticas. Noticias, reportajes y folletos representaron diversas mediaciones entre la realidad y la construcción social de la información. La imagen se articuló con las historias noticiosas, siempre lista para el público lector, y los científicos del momento fueron los peritos y expertos del saber para los sentidos antropológicos del racismo. Desde esta perspectiva se aseguró la criminalización del cuerpo negro. De similar manera circuló la saga del instante del debate —crímenes de niñas blancas, represión política, linchamientos, rituales— y la foto noticiosa acentuó el impacto mediático, reforzando los sistemas de estigmatización legal del cuerpo negro. Disciplinas como la Criminología y la Psiquiatría emplearon la fotografía para la recopilación de información en su estudio de las proporciones del cuerpo. En consecuencia, los rasgos antropométricos y pintorescos de la imagen desplegaron un catálogo de la “otredad”, socializada por medio de convenciones y procedimientos (Rodríguez, 2012).  

El Mundo 1316, noviembre 1904; Castellanos, Israel (1916). Ob.cit: 41; El Mundo 4093, julio 1912:s.p.

Dentro de estas condiciones históricas, se alzó la voz particular de la “raza” negra. 

Las otras fotos del cuerpo negro 

Del otro lado de la moneda, en la intersección del racismo, la clase y la desigualdad, pugnaba el sujeto negro. Desde los sinsentidos de una igualdad jurídica ficticia, periodistas y activistas construyeron un contradiscurso. En su interés y desde distintas posiciones políticas y sociales, desafiaron los resquicios posibles de enfrentamiento al racismo. De esta manera, emplearon la fotografía para la promoción de la imagen de un ciudadano civilizado, instruido y apto para el ejercicio republicano, construyendo un capital social y simbólico para la historia silenciada de su dignificación grupal.

Aurora 6, julio 1914: 5; Atenas 9, septiembre 1930: 24-25; Minerva III, febrero, 1914.

La prensa fue un instrumento central en el debate, y sus fotos revelan poses y rasgos —civilidad, educación, distinción y clase— más allá de los estratos sociales diferenciados que ocuparon negros y mestizos. En la vida pública, difundieron su propia representación social. Mediante eventos sociales, deportivos, bailes, actos cívicos de recordación a sus héroes, fotos de familia, niños, damas de sociedad y otras agencias, dieron cuenta del valor material, que plasmaron en un flash de segundos que sobrepasaron sus vidas, pero que duran hasta hoy, alejándose de las miradas de los discursos y relatos oficiales. Así legitimaron nuestra memoria histórica para descalificar los discursos racistas hasta llegar al basamento de nuestra definición propia de afrocubanidades tras décadas de silencio oficial. La fotografía es parte central del activismo negro contemporáneo.

Nuevos Rumbos 4-5, abril-mayo, 1948:12; Amanecer 1, febrero 1952:21.

Ahora que Afrocubanas contribuye notablemente a la visibilidad del orgullo negro, sus fotos y textos expresan a voz en cuello dentro y fuera de Cuba lo esencial de nuestra diferencia: el orgullo de pertenecer a nuestra historia particular. Continuar promoviendo fotos de negritud es nuestro legado.

Bibliografía

Amanecer 1, febrero 1952: 21

Aurora 6, julio 1914: 5.

Atenas 9, septiembre 1930: 24-25.

Castellanos, Israel (1916). La brujería y el ñañiguismo en Cuba desde el punto de vista médico-legal. Habana: Imp. De Lloredo y Ca. Muralla. 24.

Gilroy, Paul (2000). Against race: imagining political culture beyond the color line. Boston: Belknap Press of Harvard University Press.

El Mundo 1316, noviembre 1904.

El Mundo 4093, julio 1912:s.p.

Nuevos Rumbos 4-5, abril-mayo, 1948:12.

Minerva III, febrero, 1914.

Rodríguez Balanta, Beatriz Eugenia (2012). “Especímenes antropométricos y curiosidades pintorescas: la orquestación fotográfica del cuerpo “Negro” (Brasil circa 1865)”. Revista Ciencia, Salud 10 (2): 223-242.

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