Foto: Iván G. Fernández


“Ella ya no es Sandra ni es Nnom, es todo junto, hasta sus nombres gritan su riqueza, su intersección y su diferencia”.

“En España le habían preguntado en más ocasiones de dónde era que cómo se llamaba. […] Su mera existencia resultaba sorprendente”. Esta es una de las muchas reflexiones que comparte Lucía Asué Mbomío Rubio sobre la protagonista de su novela, Sandra Nnom, una joven periodista española-ecuatoguineana. Sandra es y se siente hija del camino. Sus experiencias son las que la han llevado a ser quien es y con ello a intentar encontrar su lugar, aceptación y autoaceptación en el mundo.

Lucía pone voz mediante este personaje a muchas niñas, jóvenes y mujeres que pertenecen a dos culturas y que buscan identificación más allá de sus fronteras. Nacer en un país no siempre es sinónimo de sentimiento de pertenencia, a veces se convierte en una lucha constante contra los estereotipos considerados representativos de una determinada cultura y que pueden resultar para algunos de nosotros inalcanzables por no cumplir con las expectativas exigidas.

Hija del camino (Grijalbo, 2019) narra el periplo vital de Sandra, su infancia, adolescencia, juventud y su peregrinaje por este mundo. Sus experiencias en una España en la que todavía las diferencias físicas son motivos de cuestionar los múltiples e hipotéticos orígenes de una persona, aunque ya haya habido una confirmación de los mismos: “¿Española, española?”; y en una Guinea en la que, en un primer vistazo, eres considerada una ntangan o como le explica su tío Faustino, “blanca, europea, que viene de fuera”.

Su descubrimiento también va más allá de las fronteras de los dos países que conforman su yo. Lyon es su primera visita al extranjero gracias a un intercambio organizado por su instituto. Es la primera vez que se siente cómoda siendo ella misma, bailando al ritmo de la música africana, rodeada de personas para las que pasa completamente desapercibida. Sin embargo, es también donde descubre conceptos terriblemente interiorizados y cotidianamente
justificados como el de islamofobia: “[…] no tengo nada en contra de las personas negras […].
Pero los musulmanes son otra cosa”.

Coimbra, ciudad universitaria por excelencia en la que disfruta de su Erasmus, se convierte para Sandra en un escaparate de gran riqueza cultural, colores y nacionalidades en el que sentirse integrada no supone una tarea tan ardua, es el lugar en el que no llamar la atención por tu apariencia externa es una realidad, aunque “lo lazos existentes entre la clase, la raza y el origen” siguen siendo palpables.

En Londres, metrópolis en la que reside al comienzo de la narración de esta historia, es consciente de la diversidad que le rodea, envidia a los niños negros británicos que, a diferencia de lo que a ella le sucedió en su infancia, tenían “referentes y espejos en los que reflejarse”. A pesar de ello, continúa topándose con prejuicios culturales de los que son dueños algunos personajes como Martha, una mujer negra que vincula de manera genérica y sin
titubeos la infidelidad con el hombre negro.

A lo largo de la novela le acompañarán diferentes personajes que enriquecerán su visión del mundo y su reflexión sobre quién es para ellos y quién cree ella misma que es. Su madre Aurora y su padre Antonio son los pilares del puente que genera la confluencia entre sus raíces, además de la representación gráfica de las vicisitudes con las que debía lidiar una pareja interracial en la España de la década de los 80 y los 90; Sara, su hermana, es su confidente y a la vez, aunque iguales, opuestas en su manera de sentirse; y la tía Celia aparece como uno de los
personajes más especiales para Sandra y para el propio lector, que quedará embriagado con su sensibilidad y su manera de transmitir su sabiduría. Durante esa travesía ocupan su lugar otros tantos personajes como Sonrisa, Karen, Nelson, Faustino, Samuel o Miguel Ángel, que ejercen una fuerte influencia en la construcción de nuestra protagonista y cuyos vínculos con ella os invito a descubrir por vosotros mismos.

Hija del camino es, en definitiva, una declaración de intenciones, una historia dirigida a quienes buscan su sitio, a todas aquellas personas, y en especial a las mujeres, que deben realizar un doble esfuerzo, solo por su condición, para demostrar lo que son. Es una novela que nos acerca a una realidad que todavía en el siglo XXI sigue existiendo, que debe ser leída tanto por los que la vivimos en nuestra piel como por los que son más ajenos a esta verdad, una
verdad que presenta con gran acierto y habilidad esta autora a la que en algún momento de nuestras vidas debemos conocer, Lucía Asué Mbomío Rubio.

Foto: Iván G. Fernández

Written by

Diana Adun Santos

Filóloga y profesora de español (Universidad Complutense de Madrid, 2014). Máster Universitario en Dirección y Gestión de Recursos Humanos-Online- (Universidad Europea de
Madrid, 2020). Máster Universitario en Formación de profesores de español (Univ. de Alcalá, 2016).