Foto: Ayamey Mclean Sáenz

Identidades, colorismo, los feminismos, afrodescendencia, caribeñidad, etc, fueron algunas de las temáticas sobre las cuales se discutió el pasado 16 de junio del 2021 en el espacio propiciado por Distintas Latitudes, en el cual Afrocubanas participó con la presencia de nuestra editora Yarlenis Mestre Malfrán.

En el espacio participaron además representantes de dos colectivas afro: Scarlet Maldonado de Afrochingonas (México) y Waquel Drullard (República Dominicana de AFrontera, además de Gloriann Sacha Antonetty Lebrón de la revista Étnica (Puerto Rico). La moderación estuvo a cargo de la periodista cubana Darcy Borrero.

Partiendo de una convocatoria para pensar acerca de la necesidad de definirse como afrocaribeñas, afrofeministas y de las implicaciones de esas definiciones, destacamos que, situarnos de dentro de esa afrocaribeñidad supone una posición política, antes que una identidad pensada en un sentido fijo o estático. Este último punto encontró un importante eco en las reflexiones de Waquel Drullard, quien muy bien recordó que las definiciones “demasiado claras” forman parte de las estrategias de Occidente para autofundarse y delimitar sus exterioridades: lo no blanco, indígena, negro, mestizo, sur, en fin; todo aquello que, desde la visión occidental es considerado “un resto”.

Para Afrocubanas, situarse en la afrocaribeñidad va más allá de una localización geográfica. Se trata, sobre todo, de una postura política anticolonial que busca romper con el eurocentrismo y dar espacio al rescate de los saberes ancestrales negros, indígenas, desobientes; saberes que se sitúan fuera de ese canon eurocéntrico.

Nuestra política editorial se inscribe, desde el punto de vista ético, dentro de las estrategias de lucha contra el epistemicidio. Implica, al mismo tiempo, un esfuerzo de definirnxs por nosotres mismes, acogiendo la diversidad y pluralidad de cosmopolíticas disidentes.

No menos polémica fue la discusión sobre afirmarse (o no) feministas, afrofeministas. Suscribimos que los feminismos, considerados en su pluralidad no constituyen “el mantra que todo lo resuelve”. Sin embargo, afirmarnos feministas deriva de la potencia política que históricamente nos ha legado ese movimiento. Fue dentro de un cuadro de reflexiones y políticas feministas que aprendimos que “nadie nace mujer, se llega a serlo” y que no existen prescripciones de la biología acerca de cuáles cuerpos pueden reivindicarse mujeres, o lo que sea que quieran reivindicar como auto-identificación, a sabiendas de que ese binario hombre-mujer es otra ficción colonial. Inclusive han sido los propios movimientos feministas los que vienen dinamitando hace bastante tiempo ese significante “mujer”. Desde Sojourner Truth, pasando por bell hooks hasta Wittig cuando afirmó que “las lesbianas no son mujeres”.

Del feminismo aprendimos también que lo personal es político, que las opresiones, así como los privilegios son interseccionales y atender a ello es crucial para las disputas que llevamos adelante. Senti-pensamos con feministas negras como Sojourner Truth, dialogamos con el trabajo de Oyeronkè Oyewumí que nos ha mostrado que género y raza son invenciones coloniales que responden a una bio-lógica occidental. Pensamos y sentimos con los transfeminismos, los feminismos decoloniales y otras posturas que se colocan críticamente frente a las matrices occidentales, estas últimas fundadas en una mono-cultura castrante de las posibilidades existenciales de todos los seres, humanxs y no humanxs.

Otros temas no menos importantes salieron a la luz en el debate: la explotación de los cuerpos negros en el capitalismo, lo LGTBI como hegemónico, la existencia o no de una agenda afrofeminista, qué significa la interseccionalidad, la validez del término patriarcado para explicar nuestras realidades, entre otros.

Puedes visionar el debate aquí.

Foto: Ayamey Mclean Sáenz

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