De manera general, es usual que en una sociedad capacitista —entiéndase, que otorga mayor o menor valor en dependencia del grado de capacidad que poseen—, las personas con discapacidad pasen inadvertidas cuando de vínculos amorosos se habla. No obstante, esto no es un fenómeno homogéneo, sino que está matizado por diferentes factores, y entre ellos quizás el más importante sea el tipo de discapacidad en concreto. En muchas ocasiones a las personas con discapacidades, se les infantiliza, como por si por ser parte de la diversidad funcional no se supiera qué es lo que se desea del vínculo erótico-amoroso. Lo mismo sucede con el estereotipo de cierta “animalidad” o “sexo compulsorio” otorgada sobre todo a personas con discapacidades intelectuales. En cualquiera de los casos, se trata de actitudes discriminatorias que limitan el disfrute de la vida.

Las lógicas del aprendizaje obvian muchas de las experiencias de vida de las personas con discapacidad; el reconocimiento a las diversidades funcionales es una deuda pendiente de los sistemas de enseñanzas.

Las lecturas de los cuerpos y experiencias de vida no normativas se realizan, generalmente, desde mitos, estereotipos, prejuicios y falsas creencias. Leer otras realidades implicaría realizar un cambio de nuestras actitudes al respecto, reconocer los privilegios de la vida sin discapacidades en un mundo capacitista. Incorporar perspectivas anticapacitistas, inclusivas, de respeto a la vida, implica considerar el espacio que le corresponde a las personas con discapacidad en una sociedad cuyo principio sería la dignidad humana y que velaría por la seguridad (física, psicológica, emocional y espiritual) y los derechos de todas las personas, especialmente de aquellas que podrían vivir bajo diferentes matrices de opresión.

Alexander Rodríguez Borges no nació con discapacidad visual. Esto le ocurrió luego de un accidente en su juventud. Hoy, a sus 41 años, reflexiona acerca de la necesidad de una educación sexual con enfoques anticapacitistas en aras de una mayor autonomía erótico-amorosa de las personas con discapacidades.

¿Cómo valorarías, de manera general, el desarrollo de tu sexualidad? ¿Ser una persona con una discapacidad ha modulado o definido de alguna manera tus vínculos erótico-amorosos?

Yo valoraría el desarrollo de mi sexualidad como normal, como el de otra persona cualquiera. Mis vínculos amorosos no han sido mediados por mi discapacidad. La sociedad no tiene que definir ese tipo de relaciones; todo está en que la persona con la que estás sepa de tu discapacidad, que conozca sobre las necesidades y posibilidades que tiene su pareja.

¿Es más cómodo, conveniente, fácil para una persona con discapacidad vincularse sexo-erótico-amorosamente solo con personas con discapacidad?

Algunos puede que digan que sí, que es más fácil y conveniente. Yo en lo particular, no estaría del todo de acuerdo con eso. Cuando dos personas poseen una discapacidad, sea la misma discapacidad o no, hay algo en común, y en función de eso se van a a tener consideraciones, pero también podemos establecer relaciones con personas que no poseen ninguna discapacidad. Por ejemplo, yo he tenido varias relaciones, de ellas solo una ha sido con una persona con discapacidad. Yo creo que el punto está en entenderse desde el principio y que la persona que no tenga discapacidad comprenda a quien si la tiene; más que comprender, aprender sobre la discapacidad. 

¿Cuáles han sido los retos para ti, como persona con discapacidad visual, a la hora de establecer una relación erótico-amorosa? ¿Cuáles son los principales mitos, estereotipos y falsas creencias sobre sexualidad, erotismo y sexo a los que te has enfrentado?

El principal reto como persona con discapacidad está en el momento de conocer visualmente a alguien. Al no tener la posibilidad de verla, el primer reconocimiento es de manera auditiva. Sobre los mitos, al que más me he enfrentado es al de que las personas sin discapacidad piensan que no pueden tener una relación con una persona como yo, o sea con discapacidad, porque sería como tener “una carga” en la vida. 

De igual manera, frecuentemente se piensa que no podemos valernos por nosotros mismos. Es como si pensaran que estarán todo el tiempo encerrados porque estar con una persona con discapacidad supone que no podemos salir, divertirnos o compartir gustos y metas similares. Somos personas que podemos definir nuestra orientación sexual, defender nuestras identidades. Aunque hay personas con discapacidad que son sobreprotegidas, algunos de nosotros tenemos autonomía sexual. Somos capaces de escoger nuestras parejas, no es que nos escogen las parejas y dicen “esta tiene que ser tu pareja o con este tiene que pasar la vida”. 

¿En los espacios educacionales crees que se ha tenido en cuenta la diversidad funcional para hablar sobre sexualidad?

Desde mi experiencia —fui estudiante hasta julio del año pasado del nivel superior en una carrera técnica y no había mucho tiempo para hablar de estos temas—, yo creo que deberían existir más espacios, o sea, debería ofrecerse más contenido sobre diversidad funcional. Dichas temáticas se deberían abordar desde las edades tempranas para que los niños se acerquen poco a poco a nuestras realidades y adquieran, de esta manera, los conocimientos. Es algo que debería reglamentar el Ministerio de Educación en colaboración con el de Salud Pública.

¿Qué tipo de educación sexual deberían recibir las personas con y sin discapacidad, o sea, todas, para que puedan establecer relaciones erótico-amorosas equitativas y de respeto con personas con discapacidad?

Sería bueno educar sobre las discapacidades y abordarlas en relación con la sexualidad. Es lo necesario. No solo las personas con discapacidad  tienen que conocer sobre ello porque les toca de cerca, sino toda la sociedad. En cuanto a qué tipo de educación se debería recibir, te digo que tanto personas con o sin discapacidades deberían tener acceso a la misma educación. Lo primero que se debe hacer para hablar de sexualidad y discapacidad es conocer el gran abanico de la diversidad funcional y cuáles son las necesidades específicas de cada quien.

¿Qué recomendaciones darías para que los medios y las instituciones educativas aborden la temática sexualidad y discapacidad?

Yo creo que para cualquier tema de manera general es necesario conocer sobre las discapacidades, y a partir de ahí educar sobre cualquier otra temática. Una recomendación sería no hacer separaciones, por ejemplo, en redes sociales. Compartimos los mismos espacios, lo que nosotros usamos herramientas de apoyo, como el texto alternativo o los subtítulos, pero en sí, son las mismas redes sociales. Además, se debería investigar sobre las necesidades de las personas con discapacidad y conocerlas. Esto se logra acercándose a las organizaciones que atienden este grupo social, como la Asociación de Limitados Físicos y Motores (ACLIFIM), la Asociación Nacional de Ciegos (ANCI), la Asociación Nacional de Sordos de Cuba (ANSOC) y la Asociación de Personas con Discapacidad Intelectual, aprobada recientemente. Hay un lema de la Unión Latinoamericana de Ciegos que dice “Nada sobre nosotros sin nosotros”. Entonces, por ahí va la visión para educar en todas las áreas de la sociedad.

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