Afrocubanas

¿Sobre qué bases se asienta la legitimidad y el rigor intelectual de un artículo donde sus autoras excluyen de manera deliberada a un conjunto de voces, textos representativos, proyectos y sucesos que marcaron un hito en la gestación y devenir del feminismo negro cubano? ¿Qué clase de genealogía y cartografía es esta que termina volviéndose contra su propio objeto de estudio y sus demandas de justicia histórica? Y algo más grave todavía: ¿dónde empieza la falta de ética del investigador/a que lo/a lleva, de forma irresponsable, a una lectura plena de tachaduras, silencios y omisiones, por lo tanto falseada de los procesos que intenta pensar o describir? 

Estas y otras interrogantes vienen a mi mente mientras leo “El pensamiento feminista y antirracista cubano: Una mirada al activismo de las mujeres desde la República hasta la sociedad cubana contemporánea”, firmado por Yulexis Almeida Junco y Aracely Rodríguez Malagón e incluido en la compilación (Anti-)racismo y republicanismo negro en Cuba, publicada bajo el sello de CALAS y CLACSO y compilada por la propia Yulexis Almeida Junco, junto a José Antonio Figueroa y Jochen Kemne.

El volumen -según sus compiladores- tiene la intención de explorar: “los legados humanistas y radicales del pensamiento cubano afrodescendiente, que tiene como meta un horizonte de igualdad y un cuestionamiento a las desigualdades económicas y sociales, heredadas del colonialismo y fundamentadas en la racialización” (Anti-racismo…8), así como: “visibilizar las maneras como los legados de igualdad, entendidos como punto de convergencia entre la revolución de 1959 y el republicanismo popular, puede contribuir a visibilizar y afrontar el últimoproblema de la permanencia de exclusiones fundamentadas en la racialización y en la condición sexo-genérica en la Cuba posrevolucionaria (Anti-racismo…8)”.

A partir de estos presupuestos me pregunto: ¿Desde qué coordenadas se construye el sujeto de enunciación en esta cartografía y genealogía que intentan diseñar Yulexis Almeida Junco y Aracely Rodríguez Malagón? ¿Cuál es el lugar -no solo del campo cubano de las negritudes, sino también teórico, epistémico- desde el que se nos habla y en consecuencia se leen y piensan las dinámicas y los procesos complejos, heterógeneos y contradictorios que se derivan del transitar (histórico, cultural, social, económico, político, religioso, estético) de las mujeres negras y mulatas por la nación cubana? 

Si tenemos en cuenta, como reconocen los compiladores en la Introducción de este volumen, que muchos de los artículos aquí incluidos fueron presentados en el Simposio Internacional “Republicanismo popular y racialización en los Andes y el Caribe”, celebrado en enero de 2020 en la Universidad de La Habana como parte del programa Cátedra CALAS/Cuba y la Universidad de La Habana, y el agradecimiento a  CLACSO por la incorporación de la referida compilación en la colección CALAS/CLACSO (Anti-racismo…24), coincidirán conmigo en que (Anti-)racismo y republicanismo negro en Cuba… es un libro enunciado, no desde del activismo, sino desde la academia o un segmento de ella.  

Esta aclaración es medular para entender cómo sus antologadores, y en particular las autoras del texto que nos ocupa (Almeida Junco y Rodríguez Malagón) construyen el juego entre lo dicho y lo desplazado; lo realmente inscripto y lo tachado; y cómo determinan los textos y autores “políticamente correctos” y aptos para hablar desde allí, y cuáles marcos analíticos, posicionamientos teóricos, epistémicos y políticos quedan excluidos. 

De ahí la voluntad de los editores de (Anti-)racismo y republicanismo negro en Cuba -actitud típica de la academia- por jerarquizar, clasificar, construir y proponer un corpus de autores y textos canónicos sobre el tema. Es decir, establecer una línea divisoria entre formas de conocer y pensar legítimas y las “ilegítimas”, entre los saberes “emergentes” y los consolidados. En otras palabras, lo que, desde los protocolos hegemónicos de conocimiento de esa academia, podría constituir una “verdadera contribución” en este campo de estudio, y lo que queda proscrito de la misma a manera de excedente o desecho. 

En este sentido, estimo reveladoras de este orden de cosas las palabras el investigador Julio César Guanche –cuyos estudios sobre el Republicanismo Negro Cubano son de lectura imprescindible- cuando refiriéndose a este evento (Simposio Internacional “Republicanismo popular y racialización en los Andes y el Caribe”) y, en consecuencia, a esta antologia expresó: “La Facultad de Historia de la UH decidió en ese momento que ni Zurbano ni yo éramos dignos de pisar sus pisos, y que nuestras palabras debían ser prohibidas en sus predios. Acto no por común menos lamentable”.

Ya que estamos hablando de exclusiones, otro dato a tener en cuenta es que una de las autoras de este artículo (Yulexis Almeida Junco) figura como compiladora principal de este volumen. 

Retornemos a nuestra lectura de “El pensamiento feminista y antirracista cubano…”, cuyos escandalosos silencios y tachaduras llegan al punto de invisibilizar la labor fundacional en este campo de pensadoras y activistas como Inés María Martiatu, Daysi Rubiera y Sandra Álvarez… (añádase aquí un etcétera larguísimo). Y, como consecuencia de esto, a excluir de su análisis un período de luchas, producciones teóricas, simbólicas y activismo afrofeminista que cubre más de cinco décadas de la historia cultural de la nación cubana.  

En el caso de Martiatu y Rubiera llegan al punto de no incluir en la bibliografía de su artículo la referencia a textos como “Tirando piedras y rompiendo cabezas. De deshacer tachaduras y exclusiones al discurso afrofeminista se trata” (Martiatu, 2011); “La mujer de color en Cuba (mediados del siglo XVI mediados del siglo XIX)” (Rubiera, 1990); “Apuntes sobre la mujer negra cubana” (Rubiera, 2011); “Quebrar silencios y exclusiones” (Rubiera, 2013); “Afrofeminismo: pensamiento y discurso afrofemenista cubano” (Rubiera, 2015) y “El discurso femenino negro de reivindicación (1888-1958)” (Rubiera, 2016), los cuales constituyen referentes ineludibles en los estudios sobre el desempeño de las mujeres negras y mulatas en la colonia y los primeros años de la República. 

De ahí que, desde una dimensión intertextual e interdiscursiva es posible constatar cómo Almeida Junco y Rodríguez Malagón en este estudio son incapaces de romper con una matriz de interpretación y un modelo de lectura del período acuñados justamente por los textos de María del Carmen Barcia, Daysi Rubiera e Inés María Martiatu.

¿Cómo explicar que este empeño de Yulexis Almeida Junco y Aracelys Rodríguez Malagón de construcción y validación, desde la academia, de una genealogía del afrofeminismo cubano se sustente en las mismas estrategias de exclusión y sucesivos ninguneos empleadas por la historiografía hegemónica, escrita por letrados blancos, para invisibilizar la producción de pensamiento y la agencia histórica de negra/os y mulata/os en la nación cubana? ¿Cómo reclamar el rótulo de feminista, negra, decolonial y seguir releyendo y pensando los procesos de la negritud, y en particular de las mujeres negras, desde el lenguaje y la epistemología  disciplinante y colonizadora del amo? 

Esta pasión de Almeida Junco y Rodríguez Malagón en este texto por excluir, borrar y silenciar es de una irresponsabilidad intelectual que no tiene precedente en la historia del campo intelectual cubano. Ni siquiera en los mapeos y periodizaciones trazados sobre el arte y la literatura cubana en plena parametrización o decenio gris. 

“El pensamiento feminista y antirracista cubano…” desde su propio título nos informa que el mismo abarca dos segmentos temporales: el primero corresponde a la República y el otro sociedad contemporánea, aunque sus análisis se remontan, a manera de antecedentes, a finales del siglo XIX. Detengámonos en el apartado titulado “Ruptura y continuidad: el activismo feminista de mujeres negras y mestizas, después del 1959”. ¿A partir de qué presupuestos examinan las autoras la agencia de las mujeres negras en este período? Antes de intentar responder a esta pregunta, recomiendo  no perder de vista el hecho de que estamos ante un texto donde el acto de mapear y de construir una genealogía deviene, paradójicamente, un ejercicio de producción tachaduras, vacíos y desmemorias. 

El escrito traza un segundo segmento temporal que transcurre desde 1959 al 2010. (Desde el triunfo de la Revolución hasta la aparición del Grupo Afrocubanas). Sus autoras, en un texto que tiene aproximadamente veinte páginas, incluyendo las dos de la bibliografía, consagran cinco de ellas a examinar la labor que desde su fundación desplegó la Federación de Mujeres Cubanas a favor de las mujeres afrodescendientes. Los discursos de Fidel Castro sobre el racismo pronunciados en la décadas del noventa y el 2000. El impacto que tuvieron la Conferencia Mundial de Mujeres de Beijing, 1995, y la Conferencia Mundial contra el Racismo en Durban, en el 2001; así como los gobiernos progresistas y de izquierda que por esa fecha se instauraron en varios países de la región en la agenda regional del feminismo negro. Además de la influencia de la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas, Afrocaribeñas y de la Diáspora en la agenda regional del feminismo negro y en Red de Mujeres Cubanas Afrodescendientes. 

De esta manera tejen una cortina de silencio sobre la agencia de las mujeres negras en este período 1959-2010. Silencian gestos, prácticas simbólicas y otros eventos productores de contrahegemonía y contramemoria, enunciados desde un conocimiento situado que parte de la experiencia de estos sujetos/as involucradas en el activismo y que fueron sentando las bases para leer las experiencias de las mujeres negras desde categorías, marcos teóricos y analíticos nacidos del acto de hablar y de pensarse a sí misma desde su propio cuerpo racializado. 

Por ejemplo, en 1970 Nancy Morejón da a conocer su poema Mujer Negra, escrito especialmente para el espectáculo Richard trajo su flauta que, bajo la dirección de Luis Brunet, estrenó el grupo Teatro Estudio en la Sala Hubert de Blanck.

En esta misma línea se inscribe la documentalística de Sara Gómez (La Habana, 1942-1974), su carácter problematizador y las interpelaciones que su obra realiza a esas lecturas apacibles, de colores radiantes, sobre el lugar y desempeño de la mujer negra en la sociedad cubana de las décadas de los sesenta y setenta, y el rol de instituciones como la Federación de Mujeres Cubanas. 

El discurso documentalístico de Sara está atravesado por un grupo de preocupaciones en torno a la marginalidad de los negros/as, la desigualdad social, la equidad racial y la sobrevivencia del racismo en la sociedad cubana de aquellos años (Martínez-Echazábal; Martiatu, 2014). Una zona significativa de su producción documental, censurada durante mucho tiempo, lleva la impronta de una realizadora que nos habla desde un espacio subalterno dentro del ICAIC y la cinematografía cubana de aquellos años, al que fue relegada por su condición de negra y mujer (Álvarez, 2015).  

No por casualidad, Sara Gómez devino un ícono para el emergente feminismo negro cubano de principios del milenio. A Sandra Álvarez y a su tesis de maestría “De cierta manera feminista de filmar”, realizada en la Universidad de La Habana (Cátedra de la Mujer, Programa de Maestría Estudios de Género), debemos el rescate y la relectura de su documentalística desde la perspectiva del feminismo negro. 

En noviembre de 2007, Álvarez y un grupo de colegas, en coordinación con el Instituto Superior de Arte, organizaron el coloquio “Sara Gómez: Imagen múltiple. El audiovisual cubano desde la perspectiva de género”, el cual contó con la intervención de Inés María Martiatu, amiga e investigadora de la obra de Sara. Este evento se produjo justo cuando todavía el término feminismo sonaba como una mala palabra (Álvarez, 2021). 

Cartel del evento organizado en 2007 por Sandra del Valle, Danae Diéguez, Sandra Álvarez, Karen Rodríguez y Norma Guillard para homenajear a Sara Gómez y debatir sobre su obra.

Recuerdo también lo que significó para el emergente feminismo negro cubano la obra de Belkis Ayón. Sus incursiones antropológicas, los ejercicios de apropiaciones y contra-apropiaciones que realiza del mundo abakuá, y sus mitos, desde el rol de excluida que tiene la mujer en esta hermandad religiosa (Menéndez, 2011). No por casualidad, una obra de Ayón fue seleccionada para la portada de Afrocubanas, historia, pensamiento y prácticas culturales (Ediciones de Ciencias Sociales, 2011). No podemos dejar de mencionar las tempranas reflexiones sobre la mulata en las que, en los años noventa, se explaya la iconografía de Gertrudis Rivalta, enunciada desde su propia identidad de género y racial, donde prevalece un discurso visual que tiene un marcado carácter dialógico con la historia nacional.

Otro hecho que el estudio de Almeida Junco y Rodríguez Malagón elude es que, desde los primeros años de la década de los noventa, tanto Daysi Rubiera como Inés María Martiatu dan a conocer un grupo de obras propias que, leídas desde el prisma de los años transcurridos, resultan de gran relevancia para el feminismo negro cubano, por la manera en que se cruzan la raza y el género. Por ejemplo, en 1990 Martiatu obtiene el premio en el concurso de cuento femenino convocado por El Colegio de México y Casa de las Américas. El reconocimiento generó varias tensiones. Tengamos presente que esto ocurre en un momento del campo intelectual cubano marcado por la efervescencia de los estudios de género, liderados desde la literatura por el feminismo y el pensamiento académico blanco. 

Rubiera, por su parte, en 1997 obtiene mención en el concurso Casa de las Américas con su libro Reyita, sencillamente, devenido dentro de la comunidad interpretativa internacional, junto a la autobiografía del poeta esclavizado Juan Francisco Manzano, y el Cimarrón de Esteban Montejo y Miguel Barnet, un clásico de la literatura oral cubana. Reyita… presenta el testimonio de una mujer negra y transforma su voz negada y subalterna en una voz pública. 

Llegado aquí, es obvio preguntarse: ¿por qué siendo Reyita… la historia de vida de una mujer negra cuya existencia transcurre mayormente dentro de la República, Almeida Junco y Rodríguez Malagón ignoran este hecho en un texto que forma parte de un libro que precisamente intenta explorar y recuperar el legado y las contribuciones del Republicanismo Negro Cubano a la historia de la nación? Digna de atención en este sentido resulta la obra poética de Georgina Herrera producida en este período, y su libro Golpeando la memoria: testimonio de una poeta cubana afrodescendiente escrito junto a Daysi Rubiera. 

Detengámonos en lo que considero la operación de borramiento más grave en el texto de Almeida Junco y Rodríguez Malagón donde, como venimos documentando, la relación del investigador con el pasado no solo opera desde un rigor y seriedad verdaderamente cuestionable, sino que es productor de desmemoria. Me refiero a Inés María Martiatu (Lalita), cuya fecunda militancia dentro del activismo antirracista cubano se remonta a la década del sesenta y quien fuera una de las figuras más activas e inspiradoras del feminismo afrocubano desde su gestación. No por azar, Agustín Laó-Montes en su utilísimo Contrapunteos Diaspóricos. Cartografías políticas de nuestra Afroamérica dedica a su memoria el capítulo ocho titulado “Feminismos negros que dan a la luz nuevas corrientes políticas y epistémicas” (2020, 329). 

Digno de atención resultan los acercamientos y problematización que hace Martiatu a la manera en que el discurso dramatúrgico cubano construye su representación de las mujeres negras y mulatas, las categorías que propone en este sentido como el “síndrome de Cecilia”, las cuales resultan de gran operatividad metodológica para el feminismo negro  como campo de estudio a nivel latinoamericano y caribeño (Martiatu, 2004). Ni qué decir de sus estudios sobre la producción poética de Nancy Morejón, Excilia Saldaña, Georgina Herrera, la documentalística de Sara Gómez, las mujeres en el hip hop cubano, la narrativa cubana, los imaginarios de la música popular cubana, finalmente reunidos en Cimarronas. Genealogía del feminismo negro cubano, volumen que recibió mención en el Premio Extraordinario del concurso Casa de las Américas 2012, y de próxima aparición por la editorial Oriente. 

Prosigamos nuestro viaje por esos fatigosos e incabalgables parajes de silencios, olvidos y exclusiones que resultan de la propuesta de genealogía de Almeida Junco y Rodríguez Malagón. Detegámonos en el párrafo donde se refieren al activismo que en la actualidad realizan las mujeres negras, disidentes sexuales y cita a los proyectos Casa Tomada MirArte, Afrodiverso, Nosotrxs, al tiempo que silencia la labor pionera desempeñada, durante más de quince años, por el blog Negra cubana tenía que ser de Sandra Álvarez, el primer espacio digital afrofeminista cubano. Para suerte de todos los estudiosos del tema, una selección de textos publicados durante más de una década en su bitácora personal y en otros medios digitales ha sido recogido en formato impreso por Wanafrica Ediciones, bajo el rótulo de Negra cubana tenía que ser. Por su parte, la profesora de la Universidad de Pensilvania, Judith Sierra, ha publicado Afro-Cuban Cyberfeminism: Love/Sexual Revolution in Sandra Álvarez Ramírez’s Blogging, investigación acerca de las intervenciones intelectuales de Álvarez Ramírez. La misma ha sido incluida además en el volumen Affective Intellectuals and the Space of Catastrophe in the Americas (Ohio State University Press, 2018).

Otra omisión inexcusable es la labor que desde la década del noventa viene desarrollando el grupo de hip hop Krudxs Cubensi; sus prácticas de producción cultural y acción política con un discurso que impugna y subvierte de las convenciones patriarcales y heteronormativas adquieren una dimensión decolonial. Su posicionamiento político se reafirma  desde el título de uno de sus conciertos: “Retumbe de cimarronas contra la violencia racista, sexista, capitalista y colonial”. 

De vergonzosa puede calificarse la omisión del Directorio de Afrocubanas (que está cumpliendo siete años por estos días), ideado y administrado por Sandra Álvarez, cuyo objetivo fundamental es “visibilizar la vida y obra de mujeres cubanas afrodescendientes a partir de la creación de una herramienta digital que todas las personas puedan consultar en internet”, a lo que Álvarez añade que: “Usualmente a estas mujeres se les excluye de las antologías, compilaciones o enciclopedias. De ahí mi interés de concentrar toda la información en un mismo lugar” (Álvarez, 391). De manera similar la revista Afrocubanas, la única de su tipo en el país, ha sido “olvidada” en dicho artículo. Esta publicación ha sacado a la luz hasta el momento once números en pdf y está pensada sobre todo para una Cuba donde aún la conectividad no es la ideal.

Las hablantes en “El pensamiento feminista y antirracista cubano…” (Almeida Junco y Rodríguez Malagón) no solo son contemporáneas de muchas de estas autoras a quienes su propio análisis silencia y excluye, sino que se formaron y crecieron dentro del feminismo negro cubano leyendo sus textos, siguiendo sus debates en las plataformas digitales y además han integrado algunos de esos proyectos/grupos como el Grupo Afrocubanas (2010-2019) coordinado por Daysi Rubiera y que tuvo como gestoras a Inés María Martiatu, Sandra Álvarez, Carmen González y Paulina Márquez. 

En el caso de Almeida Junco no solo fue miembro del Grupo Afrocubanas sino que también un ensayo suyo, “Género y racialidad: una reflexión obligada en la Cuba de hoy” (Almeida, 133), fue incluido por Rubiera y Martiatu en el volumen Afrocubanas: historia, pensamiento y prácticas culturales, el cual cuenta con una traducción al inglés

Lanzar un manto de silencio y olvido sobre estas mujeres y su labor fundacional dentro del feminismo negro cubano contemporáneo es una praxis intelectual condenable y que mueve a la repulsión. Un insulto a la memoria de Inés María Martiatu, quien sin lugar a discusión es, en todos los planos, una de sus figuras más icónicas a nivel internacional. La labor fundacional de estas mujeres se desarrolló en un escenario político, intelectual y académico complejo, cargado de incomprensiones de todo tipo, incluso de colegas hombres quienes, al interior del Movimiento Antirracista Cubano, se opusieron bajo el argumento de que hablar de feminismo negro era una excentricidad que podría dividir nuestras luchas, y de tensiones teóricas con el feminismo blanco hegemónico y sus continuas exclusiones de eventos, antologías, cartografías, etc. 

Como he intentado demostrar, en esta espesa madeja de olvidos voluntarios y borramientos sobre los cuales Almeida Junco y Rodríguez Malagón construyen su genealogía del feminismo negro en Cuba, el silencio y la tachadura operan como dispositivos de control y una táctica de producción y conservación de poder. Estamos entonces ante un ensayo que dice tener entre sus premisas el reconocimiento del feminismo negro cubano contemporáneo y su producción de conocimiento, pero acaba conduciéndose frente al mismo con métodos extractivistas.

Referencias:

Almeida Junco, Yulexis (2011). “Género y racialidad: una reflexión obligada en la Cuba de hoy” Afrocubanas: historia, pensamiento y prácticas culturales, Rubiera, Daisy y Martiatu Terry, I. (Comp.) Editorial de Ciencias Sociales, La Habana.

Álvarez Ramírez, Sandra (2015). “El aporte de Sara Gómez”.  Afrocubanas, historia, pensamiento y prácticas culturales. Selección de Daisy Rubiera Castillo e Inés María Martiatu. La Habana: Instituto Cubano del Libro.

______________________: 2021 Lo que Sara me dejó, de cierta manera”. Consultado por última vez 1/7/2023.

Colón Pichardo, Maikel (2016). Racismo y feminismo en Cuba: ¿dos mitades y una misma naranja? Claves históricas para su estudio. Boletín Iberoamericanista, no. 72.

Faguagua, María I. y Benemelis, Juan F. (2019). Mujer negra. Independently Published.

Hevia, Oilda y Daysi Rubiera (2016). “El discurso femenino negro de reivindicación (1888-1958)” . Emergiendo del silencio: Mujeres negras en la historia de Cuba. compiladoras: Oilda Hevia y Daysi Rubiera, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, pp 2255-242 

Laó-Montes, Agustín (2020). Contrapunteos Diaspóricos. Cartografías políticas de Nuestra Afroamérica. Bogotá: Universidad Externado de Colombia.

Martiatu Terry, Inés María (2004). “Chivo que rompe tambó, Santería, género y raza  en María Antonia”. Una pasión compartida: María Antonia. Selección y prólogo Inés María Martiatu. Editorial Letras Cubanas, La Habana.

______________________: (2008). “El negrito y la mulata en el vórtice de la nacionalidad”  Bufo y Nación. Interpelaciones desde el presente. (ensayos). Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2008.

Martínez-Echazábal, Lourdes e Inés María Martiatu (2014). “Sara es mucha Sara”, Afro-Hispanic Review, 33 (1), 235-260.

Rubiera Castillo, Daysi (1990) “La mujer de color en Cuba (mediados del siglo XVI mediados del siglo XIX)”. Dos ensayos, La Habana, Editorial Academia. 

_____________________: (2000). Reyita, sencillamente. Editorial Verde Olivo. La Habana.

_____________________ Martiatu Terry,  Inés María comp. (2011) Afrocubanas: historia, pensamiento y prácticas culturales, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana .

___________________: (2011). “Apuntes sobre la mujer negra cubana” Cuban Studies no. 42.

___________________: (2013). “Quebrar silencio y exclusiones” en La intimidad de la Historia, comp. Elizabeth Mirabal, Ediciones ICAIC, La Habana.

____________________: (2015). “Afrofeminismo: pensamiento y discurso afrofemenista cubano”. Consultado el 4/7/2023.

____________________: “Grupo Afrocubanas: ¿Por qué y para qué?” Cuban Studies, 48 s/f

____________________: Teatro de Eugenio Hernández. Selección y prólogo. Editorial Letras Cubanas. La Habana, 1989.

Menéndez Vázquez, Lázara 2011. “Belkis Ayón Manso entre sensibilidades heterogéneas.” 


Nota de la editora: El libro fue presentado el pasado 11 de julio del 2023. Durante la sesión fueron obviados los debates que han tenido lugar a propósito de su salida.


Las opiniones expresadas en los artículos son de exclusiva responsabilidad de sus autores.

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