Ochun Ibú Kolé

A la memoria de mi bisabuela Caridad Castro López (Mima), Oñí Osún, y de todas y todos los oló

Ochún que timbelaye timbelese Olodumare

¿Cuándo se celebra a Ochún, el 8 o el 12 de septiembre? Los seguidores y sacerdotes de la regla de ocha o santería, una de las expresiones de religiosidad popular de matriz africana exponente del sincretismo en Cuba y su diáspora religiosa, cada año distinguen las dos celebraciones como una deconstrucción de lo que en la colonia fue un ejercicio y/o mecanismo de preservación y resistencia cultural. “Yo —la celebro— el 12. Ochún no es la Caridad del Cobre y eso es un hecho”, comentó el sacerdote de Ifá Sergio Rafael Vidal Águila en un foro abierto sobre el tema en Eleda.org en Facebook abierto por el Obá Miguel W. Ramos.

Rolando Rodríguez —en respuesta al post Oloshas, alguien tiene idea de cuándo fue que cambió la celebración de Yemojá para el 7 de septiembre y la de Oshún para el 8? en Eleda.org, Facebook, por el Obá Miguel W. Ramos—: 8 de septiembre de 1608, fecha de la primera salida de la procesión de la Virgen de Regla en Chipiona, España. El 8 de septiembre es el día de la celebración de la Virgen de Regla. El Santuario del Cobre se inauguró el 8 de septiembre de 1927. El 10 de mayo de 1916 el Papa Benedicto XV declara a la Virgen Patrona de Cuba. El Papa Pío XI autorizó la coronación canónica de la sagrada imagen en la mañana del 20 de diciembre de 1936. El 12 de septiembre se celebra el Dulce Nombre de la Virgen María desde el año 1513. Es muy probable que nuestros ancestros sincretizaron el Dulce Nombre de María con Ochún por las características de nuestro oricha. Es imposible que los africanos sincretizaran a Ochún con la Caridad del Cobre antes de que apareciera en 1612 o a principios de 1613 en la Bahía de Nipe. También hay que tener en cuenta que la popularidad de la Virgen del Cobre en La Habana y en otros lugares, no fue hasta después de ser declarada Patrona de Cuba a principios del siglo XX”.

El obá oriaté José Goroldo, conocido también como Pepe, le argumentó al realizador Jorge Luis Sánchez —cineasta y autor del texto Los Alagbas—, que quizás en la palabra “Dulce” Nombre de María, se marcó a Ochún, conocida por su proverbial dulzura y por ser la dueña de las aguas dulces y la miel. “Aunque en nuestros días Yemayá, La Virgen de Regla, ha pasado a celebrarse el 7, todavía en la década del sesenta —del siglo XX— la celebración se hacía el 8 de septiembre. Aquí, quizás, regresó tal separación para que los católicos pudieran participar en ambas festividades. En mis investigaciones, Alagbas oló Ochún —sacerdotes mayores de Ochún, como Tiburcia Sotolongo (Ochún Miwá, consagrada en el último tercio del siglo XIX) o Juana García (Tinibú, consagrada en 1899), celebraban a Ochún el 12, aunque no faltara la imagen de la Caridad del Cobre”.

Para Baba José Asindemade, artesano e historiador puertorriqueño, Latilewa en la Regla de Ocha: “Según mis mayores y varios alagbas hijos de Ochún, reconocidos en los (años) cuarenta, el 8 era el día de la Virgen y el 12 el de Ochún. Esa gente la conocí en New York y en Miami, de los noventa a los dos mil, con 50 y 60 años de santo y mantenían esos días hasta con protocolo de plato, coco, vela, derecho y visitas”.

Ochún es ayo, alegría nada más —reflexiona Baba José Asindemade sobre la oricha a quien se entregó en sacerdocio hace 24 años—. Es todo aquello que hace la vida valer, desde el arte y la música, la organización de las sociedades, instituciones, gobiernos, rangos, estudios, la gastronomía, el diseño, un textil fino, un arreglo visual, la risa de los niños, el llanto de un recién nacido, el compartir mesa entre amigos, el timbre de vidrio en un brindis, el calor de los abrazos, una cama húmeda, sábanas frescas, orgasmos, el semen y la sangre, el filtrado de los riñones, el olor a pan tostado y el raspe de mantequilla, los cantos entre labor en la zafra, el brillante de un bronce pulido después de forjar. Ochún es todo lo que hace esta encarnación un paraíso, y el que no la vea en todo, no se merece tenerla”.

Ochún —divinidad de las aguas dulces que sincretiza con la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba—, es el epítome de la feminidad —el divino femenino— y su representación simbólica está mayormente centrada en la construcción del cuerpo y la identidad femeninos, la sensualidad asociada a la miel, el deseo como reafirmación del cuerpo y el prestigio femeninos, la seducción, pero también a la intensidad de los sentimientos, la alegría de la vida, las celebraciones, a los amores y desamores y la maternidad, la necesidad de procrear. Su asociación a la coquetería, la sensualidad, ha sido malinterpretada en la diáspora, llegando a identificarse como prostituta, aunque, “la noción de considerar la sexualidad y la sensualidad obscena nace con las religiones judeo-cristianas e Islam —me comenta el obá Miguel W. Ramos, oriaté e investigador de las religiones afrocubanas, autor de La división de La Habana. Conflicto territorial y la hegemonía cultural. Los seguidores de la religión lukumí de Oyó, 1850-1920—. Es la imposición del patriarcado a partir del nacimiento y la expansión de esas creencias las cuales subyugan a la mujer y la delegan a un rol inferior, cuando antes de eso, siempre fue un símbolo de poder y estatus por hacer lo que los hombres nunca podrían: procrear”.

Ochún es la divinidad de la cosmética, de la construcción y determinación de lo bello, está en la verdadera magia que produce la cosmética en las clientas, mayormente mujeres adultas, según Anthony Claxton —cuya página en Instagram es Krewkutz— hairstylist de Trinidad y Tobago. Él desliza el paño delante de sus rostros — apagadas por sus cabellos maltratados y algunas presentando calvicie prominente—, y un nuevo corte y maquillaje nos devuelve una mujer hermosa, deslumbrante, que se emociona ante la nueva imagen que le devolverá la seguridad y la atención, #queen, #beautiful, #strenghtwoman. Todo esto, también me recordó a Ochún.

En el odu de ifá Oché Turá —signo que marca su llegada a la Tierra— Ochún salvó a la humanidad. En uno de sus patakines, Ochún pide a las otras divinidades, en pago debido al olvido de haberla llevado en el primer viaje a la formación de la Tierra, que se le concediera el sexo masculino a la criatura que traía en su vientre ―recalcando la importancia del hijo primogénito varón―, pues si nacía hembra, la diosa de la fertilidad vaticinaba ciertos estragos entre los que se encontraba su negativa a permanecer en la Tierra. En esta historia, se trata de Ochún Olari Iya ni Aye, la jefa de las madres ancestrales, que posee el poder mágico, el elemento femenino y el aché de los odus, los dieciséis orichas irunmole, el elemento masculino. Dentro del sistema planetario Ochún es conocida como: “La mujer que mide el camino y hace que los hombres corran lejos, gracias a que desempeñó un papel importante convirtiéndose en un pilar para mantener el equilibrio en la Tierra y que no se convirtiera en un lugar inhóspito” (De Souza, 2015, p. 58).

Orunmila fue el intermediario entre Olodumare y Ochún para una feliz concreción de lo deseado por la diosa del río. La leyenda, recogida por Adrián de Souza (2015) en su libro Echu-Elegguá: Equilibrio dinámico de la existencia, apunta a dos aspectos importantes. En las palabras dichas por Ochún: “Si nace una hembra tendrán que buscar otro mundo para fundar, porque este desaparecerá” (De Souza, 2015, p. 59), el sacerdote refiere que al nacer varón no conocería el poder del misterio de la menstruación ―el secreto de la vida― otorgado por Olodumare a la mujer, que pasaría solamente de madre a hija a través del “ADN mitocondrial que permite recorrer, en sentido inverso, el camino hasta ella: la madre originaria” (p. 89). El hecho de que el hijo de Ochún naciera por la invocación de las deidades masculinas también revela el porqué es a través del semen que se determina el sexo del niño por nacer.

La invocación de este odu luego de los meyis simboliza, según Fa´lokun Fatumbi (como se citó en De Souza, 2015), la fecundación en el Universo o la idea de que las Fuerzas de la Naturaleza crean formas nuevas, lo que permitió la “copulación” de los dieciséis odus mayores que dio “nacimiento” a los restantes odus menores, denominados los hijos de los principios creativos primordiales.

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Written by

Adonis Sánchez Cervera

La Habana, Cuba, 1981.
Licenciado en Comunicación Social por la Universidad de La Habana, Cuba. Maestro en Humanidades por la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, México, con la tesis Iború, iboya, ibosheshé. Un estudio de las relaciones de género en la Regla de Ifá cubana (2016); actualmente es doctorante por la misma universidad, con la tesis Congo(a)s, africano(a)s y gitanas. Una etnografía de la subversión de las identidades heteronormativas en la práctica del Espiritismo Cruzado.