Mi niñez siempre tuvo signo de interrogación. A pesar de que me divertí muchísimo, reí y se podría resumir como una infancia muy buena, siempre había algo que me decía que yo no era la persona que me decían que era. Amaba jugar con los trompos y tirarme de la loma con la chivichana del vecino. No me gustaba para nada el nombre que mi mama escogió para mí.

Recuerdo una vez que me afeité el mentón porque quería tener barba. El resultado fue una cortada, pero es de los primeros recuerdos que tengo que me decían que yo era varón. La lucha con mi madre por no querer usar sayas o vestidos era constante. 

Mi adolescencia fue un momento importante pero no decisivo. Para ese entonces, ya empezaba a tener cambios en mi vestimenta. No obstante, me costó un tiempo ponerle nombre a lo que sentía, no tenía conocimiento sobre las personas trans y eso me provocó mucho malestar y algunos tormentos en mi cabeza. No entendía quién era.

En el momento que tuve la información de mi lado todo cambió y verdaderamente fue un gran alivio. Algunas personas empezaron a tratarme en masculino y para mí eso era la felicidad absoluta. La comodidad que sentía cuando me trataban así me hacía comportarme como yo siempre quise, y hasta mi carácter cambiaba.

Comencé a hormonarme el 8 de diciembre de 2022, algo que por mí hubiera hecho mucho antes, pero me atrasé un poco intentando tener una consulta médica. La primera testo que tocó mi cuerpo fue en forma de gel. Me la envió un amigue de mi novia, al cual le estoy eternamente agradecido. Ha sido algo complejo acceder a la testosterona. No hay en farmacias nacionales y, cuando alguien la vende, los precios son superaltos. No puedo mantener una constancia en mi proceso de hormonación como quisiera.

Desde que me hormono, mi cuerpo ha cambiado. Me gusta hacer ejercicio y eso, combinado con el uso de la testosterona, ha propiciado varios cambios, como por ejemplo el volumen de mi masa muscular. Definitivamente he aumentado de  peso. Mis manos han crecido (algo que para nada esperaba); se asoman algunos pelillos en la zona del bigote y ya no menstrúo. Mi clítoris creció de la noche a la mañana, sin previo aviso. Eso fue un momento en el cual me quedé sin palabras. No es algo que me moleste. Pero sí he visto que crece muchísimo. Lo que pueda pasar en ese aspecto me tiene expectante.

Mi relación con el período nunca fue la mejor, nunca me adapté a llevar toallas sanitarias, tampones, ni nada por el estilo. Era un caos total. Siempre me sentí ajeno, que no me tocaba pasar por eso.

A las consultas médicas fui solo. Me gusta pensar que físicamente hago las cosas solo, pero el apoyo de las personas cercanas siempre está. El que no se nos respete nuestra identidad de género es algo que a la hora de ir al médico nos hace sentir muy incómodos, lo cual incide en que muchos abandonemos la atención médica. La carencia de hormonas y de un seguimiento médico permanente y oportuno tampoco ayudan. Ir a ciegas no es algo bueno para nosotros. Trabajo cada día mi cuerpo para que sea como yo quiero y de esta manera compensar, hasta donde me es posible, la falta de testosterona. Faltan muchos cambios por venir y todos los recibiré con la mayor de las alegrías, dado que conformarán al Ely que quiero llegar a ser.

La transición no es un camino de rosas. Para nada. Socialmente es difícil. La sociedad no respeta elecciones, pronombres, etc. Las personas se creen dueñas de la razón y te tratan como desean. Puedo decir que en mi trabajo soy aceptado y respetado, pero al salir de mis lugares seguros todo cambia. Cuando no estoy en casa con mi novia y familia, o con mis amigos, no es igual. Escuchar que alguien usa el pronombre ella para referirse a mí, me provoca una mezcla de sentimientos nada agradables. A veces no respondo, otras rectifico, pero en un tono de molestia. Las personas trans tenemos que lidiar con mucho rechazo cuando salimos al mundo. Las burlas, ofensas, insultos, agresiones físicas son constantes. Nuestros derechos son violados frecuentemente. La necesidad de una ley de identidad de género y una mayor protección legal creo que son muy necesarias. En las aulas de nuestras escuelas hay niñes trans que necesitan crecer sintiéndose segures.

Para mí es importante decir que soy un hombre trans. En ocasiones mi declaración genera una especie de choque, sobre todo al principio, pero luego continúa, por lo general, todo normal. Es cierto que en ocasiones las personas no te ven como lo que eres. A veces dicen “tú te sientes hombre, pero yo veo otra cosa”. Es un poco chocante cuando te encuentras personas con dichas actitudes. Incluso dentro de la misma comunidad hay mucho desconocimiento y eso hace que muchas veces las personas no entiendan totalmente quiénes somos como personas trans. Considero que a la hora de tener una relación estable puede ser problemático. Ligar no es difícil, según mi propia experiencia, la cual, como es lógico, no ha de coincidir con la de otras personas trans. Puede que yo lo vea desde un punto y para otra persona el tema de tener una relación sexo-afectiva sea mucho más difícil. Yo he tenido la suerte de tener a mi lado una persona que me entiende, ve y siente quién soy. Lo anterior hace que nuestra relación fluya.

Socialmente queda mucho más por hacer, pero no voy a esconderme. Que muchas personas no acepten ni respeten a las personas trans no va hacer que dejemos de existir. Aquí estamos y seguiremos luchando por ese espacio en la sociedad que nos pertenece.

Fotos: Marcia Ríos

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