Kiriam

Me operaron el 30 de marzo de 2014; al fin había encontrado un cirujano que su trabajo me convencía. el El miedo me había ganado con anterioridad, después de ver el resultado de varias cirugías y complicaciones postoperatorias de mujeres trans.

En Cuba solo las personas trans que llegan a la reasignación de sexo pueden realizarse ciertas cirugías estéticas; o sea, es ilegal (e imposible) ponerse implantes mamarios o, en caso de hombres trans, retirar las mamas, rinoplastia, feminización del rostro, lipotransferencia, lipoescultura, liposucción, aunque todas se hacen “por atrás”, pagando y con mucha discreción.

En el grupo de mujeres trans, que asistimos al espacio en el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), desde un inicio este constituyó precisamente uno de los tema: nos molestaba la barba, queríamos implantes mamarios, terapias hormonales, queríamos elegir y decidir sobre nuestros cuerpos (por ahí todavía estamos esperando unas máquinas de láser y unos implantes donados que parece que se ”perdieron “, culpa de los OVNIS seguro).

En esta historia todos los bandos han tenido problemas: médicos, cirujanos, enfermeros y enfermeras han sido juzgados, condenados a cárcel y retirados sus títulos con prohibición de ejercer. Mujeres trans que casi han muerto por malas prácticas, que han llegado a hospitales y les han negado atención médica.

El día de mi cirugía, después de operada solo pude quedarme en el hospital quince minutos. Aún con la anestesia local me monté en el taxi y fui directo a casa; era ilegal y el riesgo para todos era grande.

Antes de la cirugía compré Rocefin, vendas, solución de yodo, duralginas y preparé mi recuperación.

Afortunadamente no tuve ningún problema. Casi un año después, el médico, enfermeros y otras personas, quienes operaron a más de 20 mujeres trans, fueron detenidos y condenados a cárcel. El Departamento Técnico de Investigaciones (DTI) me citó varias veces. Largos interrogatorios y amenazas, incluso de retirarme los implantes si no declaraba en el juicio. Aún recuerdo mis palabras en el juicio: sí, él me operó y solo puedo decir gracias por hacerme feliz y haber cumplido mi sueño de tener TETAS. Por supuesto que ahí mismo me botaron de la sala. Mis hermanas trans pueden dar testimonio, aún mucho más fuertes, de lo que escribo.

A pesar de nuevas leyes, todavía las personas trans no tenemos libertad de decidir sobre nuestros cuerpos, y lo peor es que aún, hoy médicos y mujeres trans se arriesgan a estas cirugías, de noche, en el silencio y en condiciones peligrosas para todos.

La ley de identidad de género urge en este país. Hay muchas libertades por conquistar todavía.

Texto y fotos tomadas de FB. Reproducido con autorización de su autora. Editado para Afrocubanas.

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