El racismo se nutre de una realidad material a la cual legitima socialmente, con discursos polifónicos que apelan al lenguaje científico, político, literario, artístico, o a la presunta sabiduría de la tradición oral. Aplicar un enfoque culturalista al examen de esta problemática, enmarcarla en el comportamiento individual, despolitiza al proceso y sus actores y expropia a las personas su capacidad de agencia.