Memoria antepasada Retuerce el estómago. Abuelo recibió el mensaje: felices niños blancos disfrazados de esclavos. Una ronda, pasteles empanadas, todes con corcho quemado, menos a la que le llega el recado. Hastío de este rol compartido con el que perdió y deja ver las compuertas en la jeta Porque está claro, los negros son desdentados. Fui Dama Antigua, después de rebelarme contra mí misma. No quise ser más oscura. Porque está claro, no conocía reinas yorubas. Me oculté desde el pelo, En este continente mi color era sinónimo de mierda, de pobre, de feo. Quemaba las raíces, abría la tabla, sepultaba mi cultura. Llegó el tiempo de ruptura, encuentro con la identidad vengar la violencia: lavando las heridas de las cadenas con el agua de ese mismo mar. Tiempo de perdón: Mirar los ojos negros Ver cómo se apagan con el recuerdo del sudor. Tiempo de reivindicación: abuelo insiste en aparecer Y que busque información, Sin historia vivida no hay tambor. Rostros que corren el polvo oculto Aquella alfombra olvidada en la vieja casa a punto de ser rematada. A tras luz, polvo es pequeña e ínfima serpentina que ilumina como cuando me muestra su sonrisa. Ese día sin saber por qué ya no corrí no perdoné no me negué. Experiencia oculta traspasó los muros, los míos, los tuyos y colectivo se hizo el orgullo. Ese día Aquellas almas no se distrajeron más en dolor. Hablaron en tambor. Los muertos nos guían, en la timba, en la guerra, y en la vida.
Foto: Domenico Bandiera