Nota Editorial 

Afrocubanas. La Revista No. 3

La escena de una multitud de cuerpos ocupando el espacio público de forma inesperada puede llegar a ser muy inquietante para un sistema que se reinventa de mil formas para preservar su hegemonía. La retórica del “orden público” es permanentemente invocada para atemorizar a los cuerpos que se resisten a la reproducción en serie del mismo guión de vida hetero-cis-normativo, misógino, racista y nacionalista. Estos otros cuerpos que piensan, sienten, desean sin curvarse al orden establecido, son empujados hacia los márgenes. 

Hace bastante tiempo dejamos de creer en esta retórica del “orden público” a cualquier costo. Al final, esa obsesión por el orden es un dispositivo más de vigilancia, control y preservación de las trincheras cis-hetero-normativas de la nación. Dejamos de creer en la ficción nacional de que un país es un bloque monolítico, pues “cada país es un universo dentro del universo”; “cada país por lo que entristece nos cuenta a quién obedece”, como dice Buena Fe. 

No es casualidad que haya sido apenas en 1997 cuando se eliminó en Cuba el delito de “escándalo público”, que tomaba apenas a personas homosexuales como sujetos de este crimen, en virtud del cual, podían ser acusados de “importunaciones homosexuales”. Sería hilarante si no fuese trágico, especialmente cuando constatamos que las “importunaciones sexuales” (acoso sexual en nuestro diccionario feminista) tienen como protagonistas a los heterosexuales. ¿Cuál es el “orden público” que se quiere reivindicar?

Al mismo tiempo, ocupar espacios e instituciones públicas es una forma de disputar hegemonías. En tanto cuerpos marcados como “marginales” no aspiramos a ser asimiladxs por el centro; no disputamos ese lugar, ocupamos el espacio público, entre otras cosas para mostrar la fragilidad de esas fronteras privado/público, y el modo en que ellas sirven a intereses de poder. ¿O acaso el Estado –esa instancia de lo público– no continúa regulando algo tan íntimo como con quién podemos tener sexo, dónde podemos besarnos, a quién podemos dejarles nuestros bienes? Ocupamos el espacio público para reafirmar que allí donde hay poder, hay también resistencia, una resistencia que es también poesía, alianzas, creatividad, esperanzas, procesos de descolonización.

Este número de Afrocubanas está pensado como un ejercicio de ocupar espacios para disputar narrativas. Esas mismas que se han autorizado a hablar en nombre de determinados cuerpos, a obligarlos a caber en armarios y taxonomías, a disciplinarlos bajo los designios de una blanquitud que se cree universal. Estos cuerpos disidentes toman la escena en este número para problematizar y desordenar algunas instancias que recrean las fronteras público/privado: el servicio militar y sus imperativos cisnormativos, el ideal regulatorio del armario, el dispositivo colonial de la blanquitud y su reproducción en la academia occidentalizada y en los códigos estéticos, las pugnas de poder dentro de la religión, entre otras provocaciones.

Equipo de Redacción

Planeta Tierra

Enero, 2021


En este número aparecen los siguientes artículos:

culpa blanca no es antirracismo por tatiana nascimento.

Historia de un escaparate y el servicio militar por Ulises Padrón Suárez.

El día que yo, un trans, me enlisté en el ejército brasileño por Juno Nedel.

Dominga por Xiomara Calderón Arteaga.

Los Muertos por Mérida Doussou.

No sabía que era negra: darle vueltas a las colonialidades por Nayara Monteiro.

Alante Ifá que la niña no tiene miedo: apuntes sobre la violencia contra las Iyá Oní Ifá en Cuba por Sandra Abd´Allah-Álvarez Ramírez.


Descargar Afrocubanas. La Revista No. 3

Versión pesada (3 MB)

Versión ligera (532 KB)


Foto: Fillipe Gomes

Las opiniones expresadas en los artículos son de exclusiva responsabilidad de sus autorxs y no necesariamente reflejan los puntos de vista de  Afrocubanas. La Revista o de las editoras.

Print Friendly, PDF & Email