A estas alturas yo no necesito la famosa visibilización que la academia blanca tanto quiero ofrecerme. Yo necesito un trabajo bien remunerado. Estoy agotado de trabajar gratis bajo la excusa de visibilidad o de la necesidad de que mi voz sea escuchada en tal o más cual espacio. Mi voz es el resultado de más de 15 años de trabajo intelectual y de carrera académica. Los libros que leo, los compro yo o me los regalan mis amigas. La internet para conectarme a sus eventos la pago yo, también la electricidad y la computadora que tengo. La energía y mis conocimientos los sostengo yo, intentando estar en conversaciones con otrxs intelectuales, artistas, académiques, poetxs, escritores, sanadorxs espirituales negrxs. Cada invitación a trabajar gratis implica una preparación, el uso de todos mis recursos y el control de mi ira, que es una furia histórica, un sentimiento transgeneracional para entrar en el espacio con una sonrisa y cordialidad, mientras una parte de mí está pensando en cómo buscar el dinero para vivir. Esto es extractivismo académico e intelectual. Los conocimientos de las personas negras deben ser pagados, los míos también. Además, todas las excusas que usan la pandemia como motivo para no pagarme y no remunerar a activistas y académiques independientes por nuestros conocimientos, nuestro trabajo, es solo otra actualización de la supremacía blanca en espacios cuyo objetivo es la justicia social. Sin embargo, el efecto es lo contrario de lo que “se busca”. Esa política de visibilizar constituye otra forma de activar la sobrexplotación de lxs cuerpos negrxs en un sistema capitalista antinegro, que recoloca el uso histórico de dichos cuerpos bajo una estructura de esclavitud.
Cuidado con tus prácticas políticas.
Foto: Cortesía de Tito Mitjans Alayón
