Los silencios son pasajes oscuros que han decidido ausentarse del afuera.

I
Nadie puede blanquear la rabia de un exilio diáspora
abandono de raíz.
Nadie puede instruir mi llanto
ni el duelo migrante en esta piel tiznada de orgullo amancebado.

II
Huelo entre sueños al mar lactante de mis venas prietas calcinadas por el fuego de la injusticia.
Puedo sentir cómo se pega la arena a mis muslos envejecidos
es como una caricia a mi desasosiego lanzadera.

III
Qué será de mí y de mi miedo al retorno.
Qué será de mi vida debajo de los techos del rancho que dábamos por invivible
y que ha vuelto a ser casa materna
en esa islita fértil en la que abundan mis afectos
entre los escombros de huracanes sin nombre.

IV
Soy una revolucionaria
diáspora como mami.
Sujeto recipiente de pedradas envueltas en sacos de seda para no dejar apariencia de castigo.
Resucito una y otra vez en este terraplén de hastío que me encerró detrás de barrotes de hierro por ser lo que soy.
No hay consuelo para el grito ahogado de la ansiedad que habita en el recuerdo de cada célula de mí
lejos del dios de la infancia
y del maritorio
anhelo de palabras olvidadas en la lengua de mi abuelo Ramón y de la abuela Iris.
Lengua que es también la mía.
Agarro con fuerza su verbo
porque no será el olvido el que me aleje de ella.
Liki Gial, ¿we yo guain?
¿we yo de?
¿whentaim yo coming back huom?
No forget we yo com from, because huom da yo root.

V
Rompo con los dientes las anillas de los grilletes de la Europa fortaleza en ojos blancos de odio.
Me quieren presa de su máquina de matar.
Sobrevivo.

VI
Invoco a la memoria de todo lo que se quedó envuelto en la matria de mi ombligo Caribe.
Espanto las moscas que ponen sus huevos
sobre las alfombras de mis pensamientos
a los que nombro sin remedio con la palabra resistencia.
Mantra consuelo de ideales precarizados.
Hogar de hermanas bastardas y de familia escogida desde el anhelo.

VII
Des – montar.
Des – hacer.
Des – truir.
Des – mantelar.
Preposición, rotura, llave, contrariedad.

VIII
Movimiento doloroso.
Cuerpo que siente en sus carnes cómo el migrar le rompe los huesos.
Agitadora, bruja hacedora de hechizos placebo
corazón que late con el lagrimal encendido.
Aquí siempre estoy recién llegada y mi mochila está repleta de experiencias que para algunos solo valen si supuran sangre.
No hay distancia entre todo lo malo del mundo y yo.
Me han despojado de mi ser para sumarme al decálogo de subjetividades prejuiciosas.
He dejado de ser persona para convertirme en una categoría
antes extranjera
ahora inmigrante indeseable.

IX
¡Qué dolor!
Vivo en un continente inmenso que sopesa su propia crueldad abrazando lo que destruye.
Hombre.
Mujer.
Salvador (a) blanco (a)
medalla auto impuesta para dormir pensando que liberan
a quien en realidad están exterminando.

Foto: Carlos Abad