A partir de “Burgueses”, de Nicolás Guillén.
Ya no me preocupa el incomodar a tanta gente.
Y cuando siento que va a importarme que a algunos les moleste
Mi pelo
Mi piel
Mis rasgos
Mi existencia como obra del amor afrocentrado entre una mujer negra y un hombre negro
En fin, Yo.
Cuando siento que va a importarme
que toda esa melaza que soy
que toda esa resistencia que soy
incomode a algunos,
en esos momentos, pienso en la niña que fue mi abuela materna.
La veo caminar largos caminos para llegar a la escuela
con sus zapatitos que a duras penas lo eran.
Pienso en que su suegra no la quiso por ser negra.
Pienso en todo lo que tengo de mi abuela.
Pienso en mi difunto acento caribeño.
Pienso en cómo lo enterré hace tanto tiempo.
Primero por las burlas en la escuela.
Luego, por no incomodar, ni “confundir”.
Y finalmente, porque el hablar con este acento neutral,
como si no viniera de ninguna parte,
como si no tuviera raíces,
este hablar sin matices,
esta voz de robot,
es la que agrada.
La apropiada.
La respetable.
Pero ya no me rechazo para acomodarles.
Y cuando siento que el incomodar va a preocuparme
de nuevo pienso en mi abuela.
Pienso en sus 60 años sometida a sentir fuego en la cabeza.
Pienso en los años en que viví yo misma bajo esa esclavitud de lejía.
Y recuerdo que cuando ellos me ven cruzan la acera.
Foto cortesía de Vanessa Cuevas.