Mi cuerpo es mi templo. Es mi primer lugar porque es mío. Yo soy la única que puede mandar, gobernar en lo que me pertenece y, por tanto, también es mi deber cuidarlo.
Mi cuerpo es mi templo. Es mi primer lugar porque es mío. Yo soy la única que puede mandar, gobernar en lo que me pertenece y, por tanto, también es mi deber cuidarlo.