En varios países, incluido Cuba, se espera la letra del año próximo con el mismo entusiasmo y ansiedad que el mismísimo año. Creyentes y no, personas iniciadas o consagradas, todas desean conocer los vaticinios, recomendaciones y, sobre todo, cuáles son las deidades que reinarán durante los próximos doce meses.

El pasado 31 de diciembre, como en todos los posteriores a haberme iniciado en la Regla de Osha-Ifa, también me pregunté qué nos traerá el futuro más cercano. Sin embargo, esta vez me he sentido un poco desconcertada ante las tan disímiles predicciones e interpretaciones que han salido a la luz, desconcierto amplificado por el uso de las redes sociales para comunicarlas. Podría decir que me he sentido un poco desorientada, a tal punto que lo tiré a broma.

Lo cierto es que cada diciembre aflora cierto conflicto tácito (de poder) —ya largo en el tiempo— entre la Asociación Cultural Yoruba de Cuba y la Comisión de la Letra del Año “Miguel Febles” o la Casona de la Víbora, como se le conoce popularmente.

La Asociación, surgida en 1991, constituye un intento por institucionalizar, desde lógicas coloniales, prácticas religiosas que son, en primera instancia, de resistencia. Las letras emitidas por la Asociación suelen estar cargados de términos y frases “oficialistas”, por llamarles de algún modo. Por su parte, la Casona de la Víbora y su ceremonia de la Letra del Año, que ha incluido en los últimos años una conferencia de prensa, representa una de las tradiciones de mayor prestigio en todo el país y su propia existencia es en sí un acto de resistencia.

Además de las anteriores, habituales y esperadas, han circulado por las redes sociales dos letras más, ambas originadas en el territorio nacional: la de la Sociedad de Instrucción y Recreo El Cristo de Palmira, en la central provincia de Cienfuegos (emitida también en inglés) y la del Templo Arará Ezinwe, sobre el cual no se encuentra mucha información en las redes.

Foto tomada de Templo Arará Ezinwe.

En la intersección de las calles Céspedes e Independencia, del municipio cienfueguero Palmira, se encuentra La Sociedad El Cristo. La misma mantiene vivo el legado de Nicolás Solano Sevilla (Changó Apitikó Abambuché), quien logró legalizarla el 11 de mayo de 1913. Solano Sevilla era un hombre ex-esclavizado que había nacido en África el 6 de noviembre de 1832. Ante la muerte de su fundador, el 1 de enero de 1931, su viuda Valeriana Molina ocuparía el cargo de directora de la asociación. La letra que emite El Cristo se considera la primera y más antigua del país, si bien no he podido encontrar datos que precisen cuándo salió a la luz por primera vez.

Nicolás Sola Sevilla. Foto tomada de Sociedad El Cristo.

Comoquiera que sea, ante el hecho de contar en el país con estas cuatro predicciones —sabemos que existen muchas más, estas son tan solo las que han circulado en las redes—, más las que se realizan desde España, México, Brasil (al menos dos), Venezuela y Colombia, muchas personas han manifestado ciertas preocupaciones. Sin embargo, el fenómeno no es nuevo, como advierte el intelectual afrocubano Roberto Zurbano:

Esto es viejo. Cada familia puede sacar su letra y esa sirve para la gente de esa casa, siempre fue así… La letra de 10 de Octubre fue una necesidad surgida por la atomización de los 70 en Cuba, que retoma una tradición perdida en los años de mayor hostilidad antirreligiosa que algunos olvidan. También la Letra de Miami, que nace dos años antes. La sociedad cultural Yoruba es un intento de verticalidad y de institucionalizar la Ocha-Ifá, por la Oficina de Asuntos Religiosos del Comité Central del PCC. Tiene ventajas y desventajas. Se intentó unificar las letras de la Casona y de la Sociedad Yoruba y esto duró pocos años por razones que sería largo explicar ahora. También históricamente hubo Letras de Palmira, de palo congo, de kimbisa y de otras tendencias y centros afrorreligiosos de prestigio o de comunidades muy específicas como la arara, por ejemplo. Cada munanso ofrece sus reglas para el año nuevo e incluso, muertos y prendas famosas hacen sus predicciones de año nuevo y le dictan a su comunidad los baños, oraciones y ofrendas para abrir el año nuevo. La letra de Matanzas no tiene que ser la habanera o la de Cienfuegos… La Casona de 10 de Octubre tiene un valor simbólico muy importante: durante los años de ostracismo religioso, mantuvo la letra contra viento y marea, centrando y fortaleciendo la labor doctrinal del ifaísmo, más allá de La Habana. La santera que fue alma de esa casa ya murió. Muchos de los grandes babalawos que allí se reunieron y salvaguardaron su saber, tampoco están. Otros sí. Por eso esta letra es altamente considerada, pues allí quedó un espacio de resistencia y sabiduría que es único.

Otro elemento interesante del asunto “letras del año” es que tienen una participación importante de seguidores que no viven en Cuba o que son extranjeros. Habría que recordar la exportación y comercialización de las prácticas religiosas que las han llevado allende los mares, además de los propios procesos de migración de buena parte de la población cubana que, al dejar el territorio nacional lleva consigo, como es de esperar, sus orichas y su fe.

En Brasil, tierra tan fértil como la cubana en cuestiones de religiones de origen africano, existe una Associação Yorubá Cuba-Brasil que este año ha sacado sus predicciones. Dicha Asociación es bien joven, pues fue fundada el 6 de marzo de 2021, constituye una filial de la Asociación Yoruba y a la cabeza se encuentra el Babalawó Evandro Luís de Carvalho (Otura Aira Ifá Ni L’Órun).

Entonces, ¿cuál es la letra “verdadera”? Pues ninguna y todas a la vez. La lógica binaria de lo cierto y lo errado no es aplicable en este caso. Yo le aconsejaría visitar o comunicarse con su padrino o madrina y preguntarle directamente. Mientras tanto, gocemos de la posibilidad de tomar la letra que más nos apetezca y de esa, aquello que nos convoque. Aprovechemos.

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Written by

Sandra Heidl

(La Habana, 12 de septiembre de 1973). Psicóloga, activista, bloguera, editora de género e investigadora. Licenciada en Psicología, Universidad de La Habana, 1996. Diplomada en Género y Comunicación por el Instituto Internacional de Periodismo José Martí, 2005. Máster en Estudios de Género, Universidad de La Habana, 2008.