Buud Yam, que significa ancestro, es un largometraje de 97 minutos dirigido por Gaston Kaboré (Burkina Faso/Francia) en 1997. El filme ganó el premio Etalon de Yennega (Gran Premio) en la 15 edición del Festival Panafricano de Cine y Televisión Ouagadougou. La cinta está protagonizada por Collete Kaboré (Laale), Josephine Kaboré (Old Woman), Mariama Ly (Rama), Amssatou Maïga (Pughneere), Hypolite Ouangrawa (The Prince), Sévérine Oueddouda (Somkeita), Boureima Ouedraogo (Razugu), Augustine Yameogo (Aunt), Joseph Yanogo y Serge Yanogo (Wend Kuuni), entre otras figuras.

Gaston J. M. Kaboré es un cineasta griot, nacido en Burkina Faso en 1951. Su filmografía incluye Wend Kuuni (El regalo de Dios, 1982), Zan Boko (1988), Rabi (1992), Lumière et Compagnie (1995), y Buud Yam (1997). Tiene además obras en TV y es también guionista, pero en este texto me centro en su carrera en el cine. Estudió en La Sorbonne, Francia, antes de emprender una carrera cinematográfica que tenía su debut previsto en 1976. Fue premiado mundialmente con su película Wend Kuuni, que recibió el César a la mejor película de habla francesa en 1985, y con Buud Yam participó en el Festival de Cine de Cannes en 1997. Kaboré dirigió instituciones cinematográficas nacionales e internacionales como el Centro Nacional de Cine de Burkina Faso, la Federación Panafricana de Cineastas y fue profesor en el Instituto Cinematográfico Africano. En 2003 fundó Imagine, un instituto para la educación continua y la mejora en el cine y el audiovisual. Formó parte del jurado de la Bienal de Venecia (1994) y del Festival de Cine de Cannes (1995).

Buud Yam, película completa.

Según Bamba y Meleiro (2012), el cine producido en África presenta contextualizaciones, estéticas y pluralidades propias, que escapan al marco de la generalización implícita en la etiqueta «cine africano» debido a la multiculturalidad del continente. Debido a prejuicios, muchas producciones cinematográficas originadas en ese continente sacan la historia del contexto local, distorsionan ideas e información y, en lugar de mostrar la realidad, la adulteran. De esta manera, los cineastas africanos intentan superar el colonialismo y la propaganda que apunta a la supuesta inferioridad de los pueblos africanos, según la PUC-Rio (2015). ¿Qué significa divulgar erróneamente la expresión religiosa, la cultura, las relaciones sociales y la historia de África, dejando vivos los preconceptos?

Los cineastas africanos superaron el Decreto Laval (1934), que estipulaba que las personas originarias de ese continente no podían obtener ningún tipo de especialización; solo podían ser un objeto de la colonización, mediante la cual se imponía la cultura europea en la sociedad africana. El Decreto controlaba estrictamente la producción cinematográfica en África, prohibiendo la participación de africanos en todo el proceso creativo. El cine fue otro tentáculo del colonialismo. Su principal objetivo fue la destrucción de la cultura africana, mediante la imposición de los ideales europeos. Ello tradujo una subjetividad según la cual los africanos eran entendidos como inferiores, incapaces de elaborar y comprender obras más complejas. Las películas producidas por los europeos en África tenían como objetivo el sometimiento, la inferiorización y la dominación de las poblaciones africanas.

Esos esfuerzos no culminaron con éxito, ya que los países africanos se liberaron y con las luchas por la independencia surgió con fuerza la cinematografía producida en África por cineastas africanos. Esto inició el proceso de descolonización posterior a la independencia. De acuerdo con Bamba y Meleiro (2012), el avance de la tecnología ha contribuido a la difusión del cine producido en África, por la facilidad de descargar películas gratis. También cabe mencionar la participación de compositores e instrumentos musicales específicos de cada lugar de origen en las películas. Sin embargo, persisten las dificultades financieras en la producción, en particular, la traducción, elemento importante ya que muchas de estas películas incluyen música e idoma local. Otra dificultad es la ausencia de doblajes y difusión. 

Buud Yam presenta parte de la vida de un joven llamado Wend Kuuni, adoptado por una familia desde que quedó huérfano. Encontrado en estado muy debilitado tras la muerte de su madre, a partir de entonces se crió en un pueblo, pero no fue aceptado por algunas personas que secretamente lo acusaron de estar maldito. El verdadero descontento interior del joven era la ausencia de su padre. Cuando su hermana es afectada por una enfermedad que solo podía ser curada por un antiguo curador/hechicero, Wend se entrega a la misión de salvarla. Cabe mencionar la gran conexión afectiva y espiritual entre Wend y Pughneere, su hermana. Mientras sigue los caminos recorridos por Wend hasta dar con el hechicero, el foco de la narración se centra en la principal dificultad que enfrenta el joven para llegar a entenderse a sí mismo, y las razones que llevaron a su madre a sacrificarse por su padre. Esta perspectiva hace evidente que los africanos son capaces de reflexiones complejas y resultados eficientes y eficaces en sus producciones y en sus vidas.

La trayectoria de Wend está llena de dificultades: romper el desierto; superar la injusta acusación de violación, desestimada porque fue un error; la tentación de una mujer joven y hermosa que emerge de las aguas del río donde fue a buscar agua; el encuentro con un príncipe que le dice palabras fundamentales para su vida diaria. El personaje se da cuenta durante su viaje de la conexión afectivo-espiritual con su hermana, especialmente en los momentos de peligro de los que escapa cada vez que la muerte lo acecha. Tras una caída desde un precipicio, recibe atención del curandero, el mismo a quien buscaba y con quien regresa al pueblo, para cumplir su misión de salvar a la hermana. Este proceso de búsqueda se presenta como una oportunidad, tanto para Wend como los aldeanos de darse cuenta de su habilidad y coraje.

Antes de su saga en busca del curandero, había hablado con el líder del pueblo quien le advirtió que no se tomara en serio los comentarios. Luego, la enfermedad de su hermana lo motiva a ser considerado y parte en su misión para encontrar un hechicero, el único en la región capaz de curarla. En su trayecto, demuestra su habilidad, coraje e inteligencia. Las dificultades encontradas no le hacen desistir. En este punto, los aspectos geográficos y culturales locales son evidentes. Su regreso se celebra en el pueblo y es bien recibido por la gente, además de ser reconocido como un joven valiente y sensible. Esto sirvió de incentivo para buscar a su padre y darse cuenta de que el sacrificio hecho por su madre fue por una razón justa, lo cual finalmente borró el rencor de su corazón.

En cuanto al pueblo, vive pacíficamente en armonía con la tierra. La magia y la hechicería tienen fines humanitarios sin aspirar al retorno económico, ya que el hechicero es una persona de pocas palabras, pero llena de sabiduría. En el pueblo, se valora la tierra, la fitoterapia, la magia, los objetos de valor personal, las riquezas ofrecidas distintas al oro, la plata, etc. 

La narración destaca la relación entre la gente del pueblo y la naturaleza, representada por los pies en la tierra, las infusiones y las hierbas curativas. El sentimiento de preservación se extiende también al de pertenencia, como los tesoros que llevan a Wend a tener una profunda relación espiritual con su hermana y una reflexión sobre la familia y el reconocimiento de los pobladores que lo adoptaron. El filme evidentemente busca superar las ideas distorsionadas sobre las poblaciones africanas, mostrando la humanización, cuando reconocen la incomprensión de la violación femenina y la inocencia de Wend, así como con la preocupación por la vida de Pughneere. Finalmente, Wend resuelve sus problemas personales al redescubrir sus raíces, y la película deja abiertas posibilidades de pasos futuros para que el personaje prosiga con la búsqueda de su padre y fortalezca su identidad.

El proceso migratorio de los cineastas africanos los llevó a observar tanto las sociedades africanas como las europeas, lo que posibilitó la producción de obras reflexivas que colocan a la cultura africana en el lugar que le corresponde sin distorsiones.

El filme Buud Yam es ilustrativo en este sentido porque lleva al público a comprender el papel del cine africano como reflejo de las relaciones sociales, afectivas, espirituales, el pensamiento y la cosmovisión de los pueblos de ese continente, lo cual lo convierte en un fragmento de conocimiento cultural de parte de la historia de África, aun con limitaciones, pues el continente abarca 54 países, cada uno con su especificidad. Consigue entregar al público una visión de África no como un continente portador de barbarie y conflicto, autoritarismo, dictadura y salvajismo, y sale del círculo vicioso de las películas que retratan la vida animal en las selvas y el hambre. El cine producido en África apoya la presentación y el desarrollo del trabajo educativo y decolonial promovido en Brasil con la Ley 10.639/03, que obliga al estudio de la historia de los africanos y afrobrasileños. 

Asimismo, las obras producidas por realizadores africanos reformulan discursos, descolonizándolos. Estos autores afirman sus argumentos con nuevas narrativas libres de prejuicios y eufemismos, haciendo emerger la realidad, al tiempo que recuerdan los hechos y los internacionalizan mediante las obras, preservando la memoria, afirmando la identidad, corrigiendo las diferencias creadas por el colonialismo. Finalmente, abren la posibilidad al público de imaginar.

Referencias:

Bamba, Mahomed; Meleiro, Alessandra (org.). Filmes da África e da diáspora: objetos de discursos. Salvador: Edufba, 2012.

PUC-Rio. Certificação Digital 1212257/CA. 2015.