Descubrí en la ciudad donde vivo, Camagüey, la polémica sobre ella y mientras pude hice caso omiso a los rumores, pero para los que somos (activa o pasivamente, directa o indirectamente) activistas contra la discriminación (cualquiera que esta sea) nos cuesta ignorar la más mínima señal de prejuicio.

Jamás había tenido referencias de que existían, ni en Cuba ni en el mundo, “mujeres babalawos”1. Cuando supe que la polémica se centraba en una mujer a quien, además, conocía de mi barrio, decidí ir a escuchar de su propia voz lo que le sucedía. 

Meybol Llanes nació a muy pocos metros de mi casa. Nuestras familias son muy cercanas; razón por la cual me dispuse un domingo a ir a visitarla y conocer los detalles contados por ella, la protagonista.

Su casa es sencilla y cómoda, sin más lujos que su altar religioso. Meybol me recibió de manera amable. Acepté una taza de café y, tratando de esconder mi curiosidad, casi a quemarropa, le disparé la primera pregunta:

¿Qué es una Iyá Oní Ifá? ¿Es lo mismo un Babalawo que una Iyá Oní Ifá? ¿Hay diferencias?

Es una madre o mujer sacerdote que conoce y estudia los secretos de Ifá. Sí, es lo mismo, no hay diferencias  excepto que yo no puedo consagrarme con Igba Odu, Olofi.

Tú no puedes consagrarte con Olofi, ¿puedes explicarme eso?

No puedo estar presente en ninguna ceremonia de Olofi porque nosotras las Iyá Oní Ifá procreamos.

Entonces sí existen diferencias.

Sí, esa es la única diferencia, al menos en mi linaje, entiéndase, casa religiosa. Esa es la única prohibición que tenemos.

Y entre una Apetebbi y una Iyá Oní Ifá, ¿Hay diferencias?

Sí. La Apetebbi cumple el mismo rol que con un Babalawo. Realmente, la Iyá Oní Ifá necesita una Apetebbi para trabajar. Nos asiste con los ahijados, nos ayuda, pero probablemente nuestra condición de mujer hace que necesitemos mucho menos de una Apetebbi; sin que eso signifique completamente prescindir de su ayuda indispensable, sobre todo en las grandes ceremonias en las que sin su presencia sería todo más difícil y también más lento. 

¿Por qué decidiste convertirte en una Iyá Oní Ifá si ya eras una santera reconocida?

Fundamentalmente porque amo a Orula y también deseaba conocer mi destino.

Pero podías, igualmente, amar a Orula y conocer tu destino (quizás a través de tu padrino) sin necesariamente convertirte en una Iyá Oní Ifá.

No, no lo creo así. Solo mediante la consagración como Babalawo o Iyá Oní Ifá puedes lograr conocer tu destino. Es así que Oloddumare te da tu signo y significado de por qué bajaste a la tierra. Cuando recibes mano de Orula, Ifá te aconseja, te acoge, te identifica pero no es el Oddun con el que tú bajaste del cielo. La ceremonia de la mano de Orula constituye una iniciación pero no puede o no debe interpretarse como una devoción o entrega total a Orula. La mano de Orula te prepara, te orienta, te muestra el inicio, pero solo la consagración a Ifá te da los instrumentos correctos para conocer y guiar los hilos de tu destino (pasado, presente y futuro).

Déjame ver si te entendí, ¿solo a través de la consagración a Orula una persona puede conocer su destino en la tierra? ¿Estás  afirmando que una Apetebbi, por ejemplo, asistida de su padrino, no conocería su destino sin consagrarse a Orula?

Exactamente.

Eres la segunda Iyá Oní Ifá en Camagüey, lo que demuestra que siguen siendo minoría en esta ciudad. Mi pregunta es: ¿esa minoría está dada por el prejuicio o por las reglas mismas de Ida?

Sin dudas, por el prejuicio del hombre que es quien discrimina. Orula no discrimina, incluso hay Oddun como Eyiogbe, Ogbe Tua, en muchos Oddun y en tantos otros de los 256 signos se habla de la mujer, se menciona la Iyá Oní Ifá. El hombre y la mujer es una creación de Oloddumare y es el propio hombre quien crea las brechas, las diferencias, las polémicas. Incluso conozco actualmente de cinco mujeres que quieren convertirse en Iyá Oní Ifá.

¿Las 5 son camagüeyanas?

No, de Camagüey conozco tres. Tengo una ahijada que desea dar el mismo paso que yo pero siempre le aconsejo que debe estudiar antes aunque yo no lo hice así. Yo empecé a estudiar después de consagrada. Por eso, aunque no sea yo quien la consagre, sí le exijo que debe estudiar antes y prepararse. En mi linaje ella debe, para iniciarse,  tener conocimientos básicos antes de la ceremonia de consagración.

¿Dónde te hiciste tu ceremonia de consagración?

Mi Babba (Padre religioso o Padrino) se llama Enrique Orozco Rubio, es de Santiago de Cuba, pero yo no me la hice en Oriente; él vino y, como tengo hermanos de Ifá en el municipio de Nuevitas, decidimos hacerla allí.

¿Cómo  se llama la primera Iyá Oní Ifá de Camagüey?

Idania Miler es una Iyá Oní Ifá de casi 70 años2.

Hablemos de los prejuicios: ¿Pudieras decirme que has debido enfrentar?

Ufff, es mucho lo que he tenido que enfrentar…

Si tuvieras que describirme lo más traumático, ¿qué sería?

Caminando por la calle alguien me gritó airadamente que ahora sí era una loca. Realmente me dan por loca, por enferma de mente. Dicen que mi paso no es religioso sino psiquiátrico. También muchas personas me dicen que la Iyá Oní Ifá no existe, que es una estafa y que, como consecuencia, yo soy una estafadora. Lo considero además de machismo, falta de conocimientos, ignorancia. Puedo comprender que muchos no me entiendan pero no concibo que algunos no deseen escucharme o me ofendan.

¿Consideras que en una ciudad como Camagüey  el hecho de ser mujer joven, blanca e Iyá Oní Ifá exacerba el prejuicio que enfrentas? Camagüey es una ciudad predominantemente católica, y cuando yo te conocí también ibas  a la iglesia con tu familia, ¿qué te han dicho en tu condición de mujer no afrodescendiente y religiosa?

Me han gritado que qué  hago en “esa religión de negros”, que lo Yoruba se lleva en la sangre, que yo no tengo “sangre negra”. He tenido que escucharlo en la calle no solo de personas católicas también de personas ateas y racistas que encuentro en mi vida cotidiana. Aún visito las iglesias y, aunque verbalmente nada se me ha dicho, noto las miradas discriminatorias que me dicen que no soy bienvenida en ese lugar de todos. Yo, por mi signo, me visto mucho de blanco porque adoro a Obbatalá y como me ven vestida así inmediatamente me asocian con una Iyabó (iniciada) y como me acompañan siempre mis collares, y todo lo que me identifica como Iyá Oní Ifá, inmediatamente sientes las miradas que te invitan a no permanecer.

¿Tú te hiciste santo antes de consagrarte a Ifá?

Sí, yo me hice santo. Me consagré inicialmente a Oshún y he sufrido también de parte de mi primer padrino bochornosas acciones discriminatorias. Él no estuvo de acuerdo. Fui y me senté con él y le expliqué todo lo que yo deseaba hacer. Me dijo que eso no existía, que si yo daba ese paso tenía que olvidarme de él y de su casa religiosa. Me expulsó públicamente usando como herramienta las redes sociales. Pienso que los padrinos y los ahijados deben tener una relación de padre e hijo y un padrino puede estar en desacuerdo con un ahijado pero no debe abandonarlo y mucho menos ofenderlo o abochornarlo públicamente. Muchas personas le dijeron que las redes sociales no deberían usarse con ese fin; tengo, sin embargo, la satisfacción de decir que a pesar de groseras excepciones la mayoría de los comentarios ante la publicación de mi antiguo padrino fueron para criticar su acción de disminuirme.

¿Y tu familia… cómo reaccionó?

Déjame decirte que yo no visitaba la iglesia los domingos por tradición familiar. Iba allí porque desde pequeña siempre tuve un lado espiritual y percibí que la iglesia me ofrecía esa paz que buscaba. Mi familia algunas veces me acompañó los domingos, otras veces iba yo sola. Pero te confieso que mi familia no estuvo de acuerdo con mi deseo de pasar a la religión Yoruba pero lo toleraron. Fui abandonada por muchas amistades e incluso ahijados míos desaparecieron de mi vida. A pesar de todo, estoy feliz de lo que decidí hacer y si volviera a nacer volvería a convertirme en una Iyá Oní Ifá. Quizás haría las cosas diferente. Hoy tengo 35 años. Hubiera querido haberme consagrado a Orula mucho más joven, pero no me arrepiento de nada. Creo haber encontrado lo que desesperadamente buscaba, que no era solo encontrar mi destino, también era lograr mi desarrollo y madurez espiritual.

Hablemos de algo que sé que puede resultarte incómodo. Dos cosas marcan al hombre: la salud y la libertad. Esos son los traumas de la existencia y tú estuviste recluida por un tiempo y una causa que no pretendo revelar en esta conversación pero me gustaría preguntarte: ¿hay algún punto común entre aquella cruda vivencia en prisión y esta entrega tuya a Ifá?

Espiritualmente hoy soy más fuerte, aquel momento fue muy duro para mí. Me sentía débil. Tuve que ser fuerte porque me separaron de mi hijo. Sabía que debía ser sancionada porque cometí un delito, pero hoy considero que se fue cruel conmigo. Yo era madre. No se tomaron en cuenta atenuantes importantes, se quiso dar un ejemplo a la sociedad y eso pesó en la sentencia. Al salir me reencontré con un hijo pequeño que no me conocía prácticamente y cuando más sólida y recuperada estaba mi relación con él, por un error me hicieron regresar a la cárcel. Eso fue emotivamente devastador para mi hijo y para mí. En términos espirituales ahora enfrentaría más serenamente  aquella experiencia pero también te digo que por mi madurez espiritual hay errores que ya no cometería jamás. Puedo hoy estar aislada el tiempo necesario solo con la compañía de mi fe y mi amor por Ifá. Te digo más, este primer año de Iyá Oní Ifá he pasado por circunstancias duras en mi vida personal y considero que cada circunstancia difícil era necesaria si tenían como objetivo poner mi fe a prueba o a mí misma. Hoy en día muchas personas se consagran por embullo, por andar vestidos de blanco, por tendencias, por motivos banales y hasta por dinero, y son pocos los que por fe se consagran. 

Hay algo que te quiero decir regresando al prejuicio, los hombres veneran y dicen respetar a deidades femeninas pero se resisten a reconocer a las Iyá Oní Ifás. Eso no lo entiendo. Nosotras fuimos creadas al igual que los hombres, y con una misión mayor: la de procrear. Considero que donde hay una mujer, y una mujer Iyá Oní Ifá, hay bendiciones. Hay momentos dentro de la consagración donde considero insustituible el papel de la Iyá Oní Ifá, momentos cumbres que no puedo ni deseo revelar.

Es interesante eso que dices pero no crees también un poco discriminatorio lo “insustituible” de la mujer? Es lógico que en la vida la mujer tiene funciones específicas que un hombre no podría lograr pero ¿no crees que también es discriminatorio la “obligatoriedad” de que exista  una mujer como lo prejuicioso de que una mujer no exista? Cuando dices que el hombre “no puede hacer” ¿no te parece que se corre el riesgo de que las Iyá Oní Ifá, en su defensa, cometan el mismo error de discriminación pero al contrario? ¿Existe ese peligro?

Si existe ese peligro, lo desconozco. Pudiera ser que alguna lo pensara, pero yo nunca he escuchado nada al respecto. Estamos concentradas en nuestro papel sin pretender robar otros espacios.

En Camagüey existe una Asociación Yoruba, ¿perteneces a ella?

En el 2002 se iniciaron las primeras Iyá Oní Ifá en Cuba. Las dos eran de La Habana. Luego se inició otra señora en el 2004 y allí comienza la polémica sobre nosotras. El corpus legislativo de las reglas de la Asociación no recogía o concebía nuestra existencia (de las Iyá Oní Ifás). Creo que al morir el último presidente de la Asociación, Manolo Ogbeyono, fue un retroceso en nuestras esperanzas de asociarnos. Por eso creo que hasta que no se legisle a nivel nacional, las asociaciones locales no nos van a reconocer. Más bien considero que es una cuestión de lógica legislativa, no necesariamente discriminatoria. Sería muy útil que sucediera, eso ayudaría a ser reconocidas en y por la sociedad.

¿Visitas en Camagüey a algún Babalawo?

Sí. Pocos.

¿Cuántos? ¿Más de dos? ¿Te reciben con fraternidad?

Sí. Esos pocos sí. Te reitero que hay muchas mujeres que están decididas a convertirse en Iyá Oní Ifá. Pesa también el tema económico y ese también es un obstáculo.

¿Cuesta lo mismo la ceremonia para un Babalawo y para una Iyá Oní Ifá?

Creo que sí. Debiera. Depende fundamentalmente del que dirige la ceremonia, del padrino; depende también de si vives en Cuba o en el extranjero. Varias cosas influyen en los costos.

¿Las mujeres que se quieren consagrar están tan listas y convencidas como tú lo estuviste? ¿Qué mensaje les darías?

Les digo, primeramente, que llegar a Ifá no es fácil, que Oloddumare tiene que ver en ellas que se lo merecen. No es fácil ni aun consagradas. Es y será siempre difícil, no solo por los prejuicios sino porque nuestra religión es de sacrificios y estudio. Hay que demostrar que eres merecedora con tu conducta y religiosidad. Ellas tendrán mi apoyo pero deben ser fuertes y estar listas para ser abandonadas incluso por su propia familia (biológica y religiosa). Ese es mi mensaje.


1 El término “mujeres babalawos” es inapropiado. No obstante, a petición del autor decidimos mantenerlo y entrecomillarlo (Nota de la Editora).

2 Idania Miler tiene 67 años y lleva 2 años y medio consagrada como Iyá Oní Ifá.


Las opiniones expresadas en esta entrevista se refieren únicamente a los puntos de vista de la entrevistada no así a los del entrevistador ni tampoco a los de Afrocubanas.

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